Avsnitt
-
Todos los matices de los amores de la tierra están reunidos en el amor de Jesús. Además, ese amor tiene el aroma de la eternidad, que da a los amores permanencia y eternidad. ¿Creo en ese amor? Quizá pueda amar muchísimo a un gran santo, pero ¿a mí? Si estoy lleno de miserias. Démosle ese voto de confianza: que creamos en su amor. Es la acción santificadora del Espíritu de amor que me ha sido donado.
-
No estaremos lejos de la verdad si pensamos que el día del Corpus Christi es el día más bonito del año. Posiblemente sí en la tierra, pero con toda seguridad en el Cielo. Jesús es sacado a pasear por plazas y calles y, a medida que gira el globo terráqueo, se van actualizando en el planeta las muestras de amor y regocijo por la presencia permanente de Jesús entre nosotros.
-
Saknas det avsnitt?
-
La comunión que se lleva a los enfermos se anuncia con el toque de la campanilla. Entonces la gente se apercibe, se arrodilla, y el enfermo se dispone. Hoy, víspera del Corpus Christi, queremos que no nos tome poco preparados esta gran Solemnidad. Es la Eucaristía lo que fundamenta nuestro ser y nuestra vida. Unirnos a las Procesiones de todo el mundo, para adorar y desagraviar.
-
En los años 70 del siglo pasado, san Josemaría quiso alertar sobre la crisis por la que atravesaba la Iglesia escribiendo tres cartas largas, que llamó campanadas. Leyéndolas, advertimos que la crisis es hoy aún más aguda, y hemos de estar vigilantes para no deslizarnos en los errores. ¿Cómo no deslizarnos por los errores? Manteniéndonos con una vida espiritual intensa y una continua oración de petición.
-
Dios ha preparado perfectamente los acontecimientos de la humanidad. Ha preparado una Madre inmaculada para su Hijo, llena de gracia. La totalidad de amor de María nos cuestiona ese mal hábito que a veces hacemos: los pactos con la mediocridad. Establezco una zona de confort de la que no quiero salir y, además de hacerte tibio en el amor, estás alejándote de María.
-
En la Solemnidad de la Santísima Trinidad agradecemos a Jesús esta revelación. Nos hace conocer que Dios es Amor. Y como esa es su esencia, nada puede proceder de Él que no sea puro y solo amor. Tendré que corregir mis concepciones erróneas de Dios, para intentar comprenderlo así, e intentar comprender toda la realidad como manifestación de su amor.
-
Muy agradecidos hemos de estar a Dios que nos ha hecho conocer el misterio de su vida íntima. Sin la revelación sobrenatural nunca hubiéramos alcanzado tal conocimiento. Dios es amor, y no amor cerrado en Sí mismo sino dirigido a Otro: cada Persona divina volcada en Otra. Siendo nosotros imagen y semejanza de Dios, siendo personas, estamos invitados a vivir siempre en el amor.
-
Lo importante es lograr el conocimiento del Señor Jesucristo. Y las personas solo se conocen personalmente, en los encuentros en los que advierte sus gestos y sus palabras. Jesús es, en su vida terrena, perfectamente coherente: no pide nada que Él no viva, a diferencia de los escribas y fariseos. Dice que seamos humildes y da ejemplo de esa virtud. Pide vigilar y orar, y Él se levantaba de madrugada. Se nos abren panoramas cuando unimos, a sus palabras, sus acciones.
-
Hay triduos, novenarios, decenarios… y Octavas. Las Octavas, como las de Pascua y Navidad, se celebran después de la Solemnidad respectiva. Queremos hacerlo ahora para permitir que las gracias eucarísticas nos aneguen durante estos ocho días. Hagámoslo con la conciencia del Corazón que late en el Sagrario.
-
En Caná, María interviene sin que se lo soliciten. María es, sí, mediadora, pero no pasiva. Su mediación tiene carácter de intercesión, es decir, Ella pide por nosotros a Dios lo que quizá nosotros no advertimos que necesitamos. Y como es un alma totalmente rendida a Dios por el amor, Él no niega nada de lo que su Madre le pide. María es nuestra esperanza.
-
“Señor, auméntanos la fe”. Intentemos vivir inmersos en el mundo que está más allá de lo sensible, abriendo nuestro corazón a las realidades que no podamos comprobar. La fe tiene mucho que ver con la humildad, porque nos pide: acéptalo todo, sin comprobar nada. Vivir inmersos, como el pez en el océano. “No abras la boca sino el corazón”, decía san Agustín, y también: “Fe es creer lo que no ves, la recompensa es ver lo que crees”.
-
Lo que la Iglesia reza es lo que la Iglesia cree. Lex orandi, lex credendi. Si a María le decimos “Puerta del Cielo” es porque creemos que gracias a Ella podemos entrar al Cielo. Y creemos también que es Puerta del Cielo porque nos consigue las gracias para que entremos ahí. Por eso creemos también que es la Madre de la Esperanza, porque María inflama nuestra seguridad de estar un día ahí con Ella.
-
¿Cuál es nuestra mayor necesidad? ¿Y de la Iglesia, y de la humanidad? Sin duda el Espíritu Santo, la infusión en nuestras almas, instituciones y países del Espíritu de Dios. Él nos sitúa en el mismo ritmo de la vida divina, que es vida de amor. San Efrén el Sirio comparaba la preparación del alma ante la llegada del Espíritu Santo con las antorchas dispuestas a ser encendidas, como los marineros atentos a la voz del capitán, como los agricultores preparados para sembrar.
-
“El Espíritu Santo ruega conforme a la voluntad de Dios por los que le pertenecen”, dice san Pablo en la carta a los Romanos. Nosotros queremos pertenecer plenamente a Dios, y ahora deseamos hacerlo consagrándonos al Espíritu Santo. No queremos ser huesos secos, sino seres vivificados; sin el Espíritu Santo, Dios se convierte en un ser lejano, Cristo en un recuerdo del pasado, la Palabra de Dios en letra muerte. Con Él, todo vive.
-
“Huye del triste amor, amor pacato…”. Esta poesía de Antonio Machado puede darnos tema para nuestra oración. Porque el amor triste, el amor pacato, es el amor que se queda a medias, que no llega a la totalidad. Es triste que eso suceda en el amor humano, y más triste en el divino. Es la tibieza, que trae consigo infelicidad. Nos precavemos de ella con la contemplación y la oración de escucha.
-
Cuando Jesús les anunció a sus Apóstoles que se iría, el corazón de ellos “se llenó de tristeza”. Pero les asegura que conviene que así suceda. Porque enviará algo que supera toda capacidad de imaginación: una Persona que es Espíritu Puro, que será “otro” Consolador, que vivirá en ellos. El Espíritu de Amor, que nos invita a ser dóciles a su acción. Es la clave para ser santos: esperar la luz y la moción ahí, en el “alma de nuestra alma”, donde Él reside.
-
Al ver a María, la llena de gracia, se eleva nuestra autoestima. Quizá, si no tuviéramos la Revelación, diríamos con los literatos pesimistas que más nos valdría no haber nacido. En esencia, nosotros tenemos lo mismo que María: la participación en la vida de Dios. ¿La valoro? O estoy acostumbrado a ella que incluso la pongo en peligro. Hay otra vida que me vive, que me sostiene
-
En Pentecostés, el Espíritu Santo se comunica en forma de lenguas de fuego. Imagen muy expresiva, pues el fuego es resplandeciente y, por eso, el primer fruto del Espíritu de Dios es precisamente, un fuego de Amor. “Hazlo todo por Amor”, porque entonces serás movido por el Espíritu Santo. No como emoción pasajera, sino como fuego de permanencia, quemando lo más profundo de nuestro ser. Los antiguos pensaban que el fuego era una cosa divina y, si lo entendemos como el Espíritu Santo, es, efectivamente, divino.
-
Lo absolutamente específico de nuestra fe católica es la Persona de Jesucristo. Da a la revelación de Dios un realismo inaudito. Y, apuntando al centro de la Persona, tenemos el Corazón de Jesús. Estamos invitados a vivir este mes en la intimidad del Sagrado Corazón, descubriendo ahí la mina de incontables tesoros.
-
La Ascensión no es simplemente un eslabón entre Pascua y Pentecostés. Es un misterio en sí, que afecta a la Trinidad y a nosotros. La Trinidad acoge la Santísima Humanidad de Cristo y Él, al introducir carne y espíritu humanos en la Trinidad, nos revela nuestro destino. Tomemos en serio la Ascensión: es un acontecimiento muy relacionado con nuestro destino eterno, al poner de manifiesto la importancia de la parte corpórea del ser humano.
- Visa fler