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Los salmos son una escuela de oración: nos enseñan a desagraviar, a alabar, a pedir y también a agradecer. Los motivos de nuestra gratitud se multiplican con el Dios encarnado que vino a salvarnos. Es, pues, deber de la criatura para con su Creador manifestar gratitud. Todo es don: agradecer a Dios todo, también lo que contraría.
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¿Dónde tuvo el pueblo elegido los más profundos encuentros con Dios? En el desierto. ¿Y dónde busca Jesús la intensidad de comunicación con su Padre? En el desierto. Busquemos también nosotros encuentros en nuestro corazón, tomándonos en serio la enseñanza de Jesús que dice que Él y su Padre habitarán en nosotros. Tarea ardua, pues estamos acostumbrados a vivir desparramados. “Forzarnos a estar con Él”, decía Teresa.
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Saknas det avsnitt?
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Dichosos ante las pruebas, porque en ellas Dios prueba nuestra fe. Se trata de afirmar, con las palabras y con la actitud, que Dios es siempre bueno. ¿Cómo manifestar, en lo personal y en lo que pueda ocurrirles a otros, este testimonio?
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El enemigo ha sembrado cizaña en el campo de Dios. ¿Cómo interpretar esta parábola? Podemos ahora considerar que el campo es el mundo, los hijos de Dios son el trigo bueno y los hijos del maligno son la cizaña. Al final, los ángeles segarán la cizaña del trigo y arrojarán al fuego la cizaña. ¡Qué responsabilidad salvar almas del fuego eterno! Aprovechemos toda oportunidad para lograr la liberación de los que han caído en las garras del demonio.
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Camino n. 58: “No estorbes la obra del Paráclito: únete a Cristo, para purificarte, y siente, con El, los insultos, y los salivazos, y los bofetones..., y las espinas, y el peso de la cruz..., y los hierros rompiendo tu carne, y las ansias de una muerte en desamparo... Y métete en el costado abierto de Nuestro Señor Jesús hasta hallar cobijo seguro en su llagado Corazón”. En la contemplación del Crucificado encontramos la invitación a vivir de modo penitente.
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Hoy, Miércoles de Ceniza, empieza la Cuaresma. ¿Con qué disposición la afronto? ¿Con la ilusión de aprovechar la gracia propia de este tiempo? La palabra clave es “conversión”. Necesitamos, todos, convertirnos. La primera conversión es importante, pero más importantes son las sucesivas conversiones. Para eso, hace falta mantener el alma joven. Podemos aportar mucha gracia, no solo para nosotros, sino para toda la humanidad.
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Acompañamos a Jesús en el viaje de Galilea a Judea, donde sabe que será crucificado. Empleamos para ello nuestra imaginación, facultad que Dios nos ha dado (como nos ha dado todo) para que nos lleve a Él. “Ten sujeta la imaginación, vive dentro de ti y estarás más cerca del cielo”, leemos en Forja. Ejercitémonos en el buen empleo de esta facultad, porque nos hará experimentar la alegría de los encuentros con Jesús.
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Jesús curaba toda dolencia y toda enfermedad. Merece, como nadie, el título de médico. También ahora cuida y sana, comenzando por nuestra capacidad visual, miope muchas veces; deformada otras. Y nos curará también de los males del corazón, insuficiencia cardíaca que no bombea fuego de amor. O nuestro psiquismo, por ejemplo, el déficit de atención. María nos lleva al Médico en cada dolencia y nos ayuda a seguir el tratamiento.
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San José nos da lecciones. Hoy podemos aprender su silencio para aceptar los proyectos de Dios sin rechistar. Es el santo abandono, al cual se llega luego de muchos ejercicios de negación de la propia voluntad. Gracia que podemos secundar nosotros aceptando en alegre silencio cuanto Dios disponga en nuestra vida.
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Tenemos a la vista el miércoles de Ceniza y, por tanto, el inicio de este tiempo de gracia. “Conviértanse y crean en el Evangelio”, dice el rito de la imposición de Ceniza. Es el tiempo oportuno: convertirnos a Dios de todo corazón. Conviértete en oración, ayuno y limosna. Dios cuenta con dar al mundo mucha gracia; animémonos a colaborar.
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En las inmediaciones de la Cuaresma, dispongamos nuestra alma. Vamos a cambiar de etapa, a vivir un tiempo de gracias nuevas, distintas. Y es preciso abrirnos, por la fe, a la seguridad de la eficacia que vendrá con ella. Comencemos a vivir más recogidamente, más desprendidos, con más austeridad. “El Señor, con los brazos abiertos, te pide una constante limosna de amor”, decía san Josemaría. Limosna de compañía, limosna de penitencia, limosna de preocupación por los demás.
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Jesús es la Verdad, no solo porque nos revela todas sino porque en Sí mismo es el Logos, la Palabra del Padre. Agradezcamos haber recibido la verdad completa, estando siempre en la pista de Jesús. Nuestra mente y nuestro corazón han de conservar siempre esa dirección, siguiendo las recomendaciones del pájaro neblí que explica san Juan de la Cruz.
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Jesús nos dijo que, al orar, llamáramos “Padre” a Dios. No es una mera recomendación piadosa, sino una honda verdad. Somos seres llamados a la divinización, de ahí que nuestro horizonte siempre debamos plantearlo en el rompimiento de límites. Porque el hombre, en frase de Pascal, supera infinitamente al hombre. Es el “proyecto de amor creativo” de Dios, en contraposición al proyecto de autorrealización puramente terrena.
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Marcos 2, 1-12: Los amigos del paralítico lo conducen hasta Jesús, superando múltiples obstáculos. Nos dan ejemplo de celo apostólico. Al final, todo consiste en colaborar para que las almas se pongan frente a frente con el Señor. Ser apóstol supone haber tenido la experiencia del cara a cara con Cristo.
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Dentro de los incontables títulos de María, fijémonos en este: Virgo fidelis, Virgen fiel. Ella responde a Dios diciéndole siempre que sí, como hemos de hacer nosotros ante cada moción del Espíritu Santo. Pero María nos es también fiel a nosotros, como Madre de misericordia, de consuelo, de ternura. Confiemos en la amorosa presencia materna de María, en nuestra vida y en nuestra muerte.
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En sus enseñanzas, Jesús emplea frases perentorias, como aquella en la que nos invita a llevar nuestra cruz en pos de Él, de manera que perdamos nuestra vida, para encontrarla. No hay posibilidad de conseguir el premio si no es yendo por el sendero de la cruz. La mortificación es vivificante, y la podemos practicar en cada situación. Decálogo de Peñaloza para una vejez feliz.
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Aunque parece que Dios no responde a nuestras peticiones, tengamos la seguridad de que nos escucha siempre. Además, al pedir, mostramos la conciencia de nuestra relación con Dios: por ser creaturas, no somos los dueños de nuestras adversidades o de nuestros proyectos. Jesús mismo nos anima: pidan y recibirán, busquen y hallarán, toquen y se les abrirá…
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Podemos rezar el Padrenuestro con los cristianos no católicos, porque todo cristiano es discípulo de Aquel que enseñó esta plegaria. Jesús nos enseñó cómo hemos de orar, revelándonos el gran portento de la misericordia divina: que somos hijos de Dios y que hemos de dirigirnos a Él como un hijo habla con su padre.
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Los judíos pedían señales a Jesús, y Él les responde que no se les dará otra que la de Jonás, es decir, la de su resurrección gloriosa luego de estar tres días en el vientre de la tierra. Lo que pedían los judíos se parece a la tercera tentación del desierto: realizar actos prodigiosos para garantizar su mesianidad. Pero lo que Jesús pide es la fe, la rendición del corazón a su palabra y a su Persona.
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El hombre es un ser orante. Tiene, además, el supremo ejemplo de Jesús orante. Orar siempre y en todo: Jesús nos enseña también la oración cósmica: “Miren los lirios del campo… miren las aves del cielo…”. Pero sobre todo es Jesús mismo el destinatario de nuestra oración. Descubramos los obstáculos para orar: no es una simple operación psicológica ni se trata de meras actitudes y palabras rituales.
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