Avsnitt

  • (Víspera del 40 Aniversario de Miss Universo 1984)

    Carlos Rey:

    Para esta edición especial, tengo el gusto de presentar a nuestra invitada, Cilinia Prada Bueno.

    Cilinia Prada Bueno:

    Me encontraba en medio del mar abierto, en un lugar de aguas turquesas rodeadas de isletas del archipiélago de San Blas, donde la lancha nos había dejado para que nadáramos. Una sensación de aislamiento y soledad me había inundado, haciéndome sentir como si fuera la única persona flotando en aquel inhóspito paraje. De pronto una voz interrumpió el silencio exclamando: «¡Mira, ve! ¡Ahí está Cilinia!»

    «¿Acaso alguien acá me reconoce?», me pregunté. Eso me asombró porque ya habían pasado treinta años desde que en mi país, Panamá, yo había sido una figura de la televisión. Que te reconozcan en medio del mar abierto, después de tanto tiempo, es algo increíble.

    Yo había sido presentadora de noticias, por lo que pude entrar en la intimidad de los hogares de las familias panameñas. En 1984 había ganado la corona de Miss Panamá para Miss Universo, en la época dorada de ese concurso, y tres años después gané una corona internacional en otro certamen de belleza. Desde ese entonces, luego de haberme mudado a otro país, he tenido el deseo de contarles una experiencia que marcó mi vida.

    Resulta que ni la fama, ni las invitaciones sociales, ni los privilegios de ser una figura pública y de representar a mi país en reinados de belleza fueron logros que me produjeron satisfacción. Reconozo que fueron oportunidades para aprender, pero no hicieron que me sintiera realizada. No dejaba de preguntarme agobiada: ¿Por qué me siento tan inconforme? ¿Por qué no soy plenamente feliz? ¿Qué le hace falta a mi vida? ¿Es esto todo?

    Ese inexplicable vacío interno que yo llenaba con actividades y diversiones me oprimía con pensamientos negativos en medio de la soledad que sentía al final del día. Me costaba estar a solas conmigo misma.

    Quería volver a comenzar mi vida. Pero ¿era posible comenzarla de nuevo? ¡Claro que no! O, por lo menos, eso pensaba...

    Como joven, mi impresión de la vida era la de un esfuerzo cuesta arriba en el que se trata de sobrevivir. Si me hablaban de Dios, pensaba: «Yo no tengo tiempo para Dios.» En cierta ocasión, un colega trató de explicarme lo que creía acerca de Dios, pero al verse limitado en su intento, me dio un folleto titulado: «Cómo volver a nacer». Eso era exactamente lo que yo anhelaba, sin imaginarme que fuera posible.

    Al leer el folleto, descubrí que Dios envió a su Hijo Jesucristo a este mundo con el fin de transformarnos a cada uno en una nueva creación suya: una persona que lo amara y le fuera fiel hasta la muerte, de modo que Él pudiera darle la corona de la vida. En otras palabras, el Hijo de Dios vino para que yo pudiera comenzar de nuevo, disfrutar de una vida plenamente realizada, y finalmente portar una corona imperecedera.1

    Permíteme preguntarte: ¿En el mar abierto de tu vida, puedes oír la voz de Cristo llamándote porque te reconoce y desea darte un nuevo comienzo?

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net

    1 Lc 19:10; Jn 3:1-17; 10:10; 2Co 5:17; Stg 1:12; Ap 2:10
  • En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos:

    «Creo que interferí con la voluntad de Dios. Soy médica, y hace menos de un año mi hermano, la persona a la que más amé en este mundo, murió en una intervención por un tumor cerebral.

    »Yo estaba molesta y culpé a mi madre por el retraso en el diagnóstico porque, a causa de eso, no pude sacarlo del país para que tuviera mejores oportunidades.... Murió tras la segunda intervención.

    »Él era un hombre entregado a Dios y con una fe inquebrantable. Estaba convencido de que Dios lo sanaría... pero no fue así, y me siento culpable porque tal vez mi ira y dolor no me dejaron tomar las mejores decisiones.»

    Este es el consejo que le dio mi esposa:

    «Estimada amiga:

    »Sentimos mucho la pérdida que ha sufrido. Sabemos lo que es perder a temprana edad a un hermano o a una hermana muy cercana, y podemos asegurar que la vida no volverá a ser igual para usted. Siempre habrá un puesto vacío alrededor de la mesa y un vacío en su corazón. Así se manifiesta la tristeza.

    »Usted da a entender que estaba enojada con su mamá y que se culpa también a sí misma. Esos sentimientos de ira y culpabilidad forman parte de la segunda etapa del duelo.1 Como parte de sus estudios médicos, lo más probable es que usted haya estudiado acerca de la psiquiatra Elizabeth Kübler-Ross y de las cinco etapas del duelo que ella propuso.2 Durante los últimos cincuenta años esas etapas han sido ampliamente aceptadas por los que practican la medicina. Sin embargo, con frecuencia es fácil identificar las etapas en otra persona, pero más difícil en nosotros mismos.

    »La tercera etapa consta de preguntas tales como las que se ha hecho usted. ¿Qué habría pasado si mi hermano hubiera sido diagnosticado más temprano? ¿Qué si yo lo hubiera llevado a otro país a tiempo para aprovechar los tratamientos más recientes? {¿Qué si yo no hubiera tomado las decisiones que tomé?}

    »La cuarta etapa es la depresión. Sus palabras revelan que sus emociones ya están por el suelo, y ¿quién no sentiría tal depresión después de perder a la persona a la que más amaba en este mundo? ...

    »Usted dice que su hermano era un hombre entregado a Dios y que estaba convencido de que Dios iba a sanarlo. Sería natural que usted culpara a Dios por no evitar la muerte de su hermano. ¿Acaso los que son fieles a Dios no reciben algo de beneficio adicional de parte de Él?

    »¿Por qué entonces no sana Dios siempre a cada creyente fiel que se lo pide? Puede ser muy difícil aceptar esa realidad, pero los creyentes fieles confían en que Dios les ha de dar el número preciso de días sobre la tierra y luego la eternidad en el cielo. El número de días que Dios designó para su hermano no fue afectado por la fecha del diagnóstico ni por la ira y la culpa que usted sintió. Su hermano confiaba en Dios, así que, a pesar de que no sabemos por qué no fueron contestadas sus oraciones en la manera como él esperaba, su confianza estaba puesta en Dios y no en recibir lo que él quería.

    »La acompañamos en su dolor.»

    Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo puede leerse con sólo pulsar la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 678.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
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    1 La primera etapa es la negación. 2 «Cuáles son las 5 fases del duelo y por qué no es algo que necesariamente tienes que dejar atrás», BBC Mundo, 26 abril 2018 <https://www.bbc.com/mundo/noticias-43893550> En línea 7 mayo 2021.
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  • «El nombre que me dio mi padre es Walimai, que... quiere decir viento.... Dicen que en los años anteriores a mi venida al mundo no nacieron suficientes hembras en nuestro pueblo y por eso mi padre tuvo que recorrer largos caminos para buscar esposa en otra tribu. Viajó por los bosques, siguiendo las indicaciones de otros que recorrieron esa ruta con anterioridad por la misma razón, y que volvieron con mujeres forasteras. Después de mucho tiempo, cuando mi padre ya comenzaba a perder la esperanza de encontrar compañera, vio a una muchacha al pie de una alta cascada, un río que caía del cielo. Sin acercarse demasiado, para no espantarla, le habló en el tono que usan los cazadores para tranquilizar a su presa, y le explicó su necesidad de casarse. Ella le hizo señas para que se aproximara, lo observó sin disimulo y debe haberle complacido el aspecto del viajero, porque decidió que la idea del matrimonio no era del todo descabellada. Mi padre tuvo que trabajar para su suegro hasta pagarle el valor de la mujer. Después de cumplir con los ritos de la boda, los dos hicieron el viaje de regreso a nuestra aldea.»1

    Esta admirable viñeta de los Cuentos de Eva Luna, escritos por la popular novelista chilena Isabel Allende, tiene un marcado parecido a dos historias de la Biblia. La primera de ellas trata sobre el patriarca Isaac, cuya esposa, a quien escogió su criado en un viaje, tuvo que tomar la decisión de volver con él para casarse con un hombre a quien jamás había visto. A diferencia del padre de Walimai, el criado tuvo joyas preciosas y vestidos costosos para obsequiarles a la novia escogida y a sus familiares,2 mientras que el pobre indígena del cuento tuvo que trabajar para su suegro a fin de ganarse a la mujer. Pero es eso precisamente lo que nos lleva a la segunda historia bíblica, pues en ella el patriarca Jacob, hijo de Isaac, también tuvo que trabajar para su suegro —catorce años en total— a fin de que éste le entregara como esposa a su hija menor.3

    Lo que tienen en común este cuento de Isabel Allende y la historia de Isaac es que los novios no tuvieron la oportunidad de conocerse ni de enamorarse antes de contraer matrimonio, y sin embargo, como suele suceder en esos casos, parece que tuvieron un matrimonio feliz. Si bien es cierto que esta noción no es nada popular en el mundo occidental en la actualidad, de todos modos corresponde a un modelo bíblico de amor que sí debiera ser popular: el amor que parte de una decisión irrevocable y se nutre de ella y del esfuerzo que acompaña a esa decisión para seguir amando hasta la muerte. Cristo nos ama a nosotros a pesar de lo pecadores que somos, y nos invita a que correspondamos a ese inmerecido amor.4 No importa si hasta ahora no lo hemos conocido y por eso no nos hemos enamorado de él, porque conocerlo es amarlo. Aceptemos, pues, su invitación, y preparémonos para viajar con Él de regreso a su hogar.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
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    1 Isabel Allende, Cuentos de Eva Luna (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1997), pp. 113‑14. 2 Gn 24:1‑67 3 Gn 29:14‑28 4 Ro 5:8
  • En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue:

    «Le propuse matrimonio a mi novia, y me aceptó.... Hemos gozado de una hermosa relación y nos amamos mutuamente. Sin embargo, en una ocasión ella hizo algo que para mí no fue normal. Me di cuenta de que observa mucho a otro joven. Lo hemos hablado y le he dicho que si se siente atraída a él, yo puedo alejarme, pero ella me dice que soy el único joven a quien ama y que no quiere a nadie más. No obstante, yo me siento muy mal en mi corazón y tengo dudas, aunque ella una y otra vez me afirma lo mismo.... Muchas veces la he hecho sentir mal, y eso a mí me duele porque realmente la amo.»

    Este es el consejo que le dio mi esposa:

    «Estimado amigo:

    »Usted cree que es anormal que su novia haya mirado mucho a otro joven. Sin embargo, hay muchas razones por las que ella pudo haberlo hecho, y nosotros creemos que casi todas esas razones serían normales. Pudiera ser que él se parecía a alguien a quien ella conoce, o que estaba intrigada por la manera en que él movía las manos. Incluso si usted tuviera razón al pensar que ella lo miró porque pensó que era físicamente atractivo, eso de todos modos sería totalmente normal. Amar a alguien no quiere decir que uno se vuelve ciego.

    »Lo que en realidad parece anormal no es la acción de su novia sino la reacción suya.... Ella no hizo nada en absoluto que debería haberle hecho dudar del amor que le tiene, y sin embargo usted se imaginó lo peor y prácticamente la acusó de hacer algo indebido.

    »Es obvio que usted es una persona muy insegura, y que eso lo ha llevado a tener expectativas que no son razonables... [por lo que] creemos con sobrada razón que situaciones como esta ocurrirán con más frecuencia después de que se casen. Tarde o temprano, su novia reconocerá que nunca podrá satisfacer las expectativas que usted tiene, y ella dejará de intentarlo. Entonces usted habrá hecho que se aleje.

    »Gracias a Dios, aún hay tiempo para evitar un matrimonio fracasado. Le recomendamos que acuda a un terapeuta profesional que pueda ayudarle a comprender su inseguridad y cómo ésta pudiera arruinar su noviazgo. Si no es posible que consulte a un terapeuta o forme parte de un grupo terapéutico, entonces le recomendamos que estudie los temas de la inseguridad y los celos y hable acerca de ellos con un amigo o miembro de su familia en quien pueda confiar. Pídale a Dios que le ayude a reconocer los errores en su manera de pensar.

    »Mientras tanto, si de veras ama a su novia como lo afirma, creemos que debe aplazar la boda.»

    Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo puede leerse con sólo ingresar en el sitio www.conciencia.net y pulsar la pestaña que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 806.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
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  • «Nació para amar y ser amada»

    De no haber sido por la luz de la luna, aquella noche habría sido de una oscuridad impenetrable. Pero a esas tinieblas las penetró la voz de una mujer que, al compás de una guitarra, comenzó a entonar una melancólica canción en perfecta armonía con la tristeza del ambiente. El poeta argentino Esteban Echeverría describe con ternura a la afligida joven en los siguientes versos:

    [Dieciocho] años tenía, y en su rostro,
    donde el candor de la niñez se pinta,
    la sombra pasajera e importuna
    de congojoso afán se descubría....

    Sus negros ojos, de rasgada forma,
    eran focos de amor, luces de vida,
    y el fuego de pasiones afectuosas
    asomaba [a] través de sus pupilas.

    Bella era Celia, al parecer dichosa,
    porque todo en redor le sonreía,
    porque el mundo, para otros ingrato,
    sus codiciados bienes le prodiga.

    Era, [sin embargo], infeliz porque el tesoro
    que apetecen las almas afectivas...
    lo que las hace delirar de pena,
    lo que las hace palpitar de dicha,

    el amor y sus ansias y deleites,
    ella que tierno corazón abriga,
    que nació para amar y ser amada,
    sintiéndolo ideal, no conocía.

    Y entretanto era esposa; a un hombre [brusco]
    con lazo indisoluble se [vio] unida,
    que entre el ara de Dios y el sacerdote
    pronunció el sí fatal con voz sumisa.

    Mintió su labio, o tímido no dijo
    lo que su niño corazón sentía,
    por complacer de padres ignorantes
    el capricho insensato o la codicia.

    Prometió amor y fe en sus quince abriles
    a un hombre que no amaba, inadvertida;
    y cuando abrió los ojos más experta,
    ni sintió amor por él, ni simpatía.

    Se halló sin porvenir y condenada
    a arrastrar existencia aborrecida,
    mientras en torno suyo respiraba
    todo contento, al parecer, y dicha;

    y Celia era infeliz porque no amaba,
    porque sonriendo, a su pesar, mentía,
    porque sentir amor, manifestarlo,
    para su tierno pecho era la vida.

    Y Celia algún consuelo solamente
    encontraba en la música expresiva
    de su [guitarra] amada, cuyo hechizo
    de sus horas el tedio adormecía.

    Diestra pulsaba el instrumento amigo,
    cantaba al son de sus sonoras fibras
    las congojas de su alma solitaria,
    y en su música y canto embebecida
    olvidaba el rigor de su destino....1

    No es de extrañar que «La guitarra», título de este emotivo poema de Esteban Echeverría, fuera la compañera de soledad de Celia. Sin duda lo que llevó a su autor a componer sus 668 versos en 1842 y publicarlos siete años después en París, en el Correo de Ultramar, fue su amor por la guitarra. Echeverría la había tocado desde su adolescencia, y se había perfeccionado en ese arte con el maestro Sor en aquella ciudad del amor y de la luz.2 Así mismo, tampoco debiera extrañarnos que, en lo tocante al amor entre personas, Dios destinara a las mujeres como Celia, al igual que nos destinó a los demás, a amar y ser amados. Pues Dios quiere, ante todo, que lo amemos a Él de todo corazón, así como quiere que nos amemos a nosotros mismos como creación suya, y que amemos así mismo al prójimo, sobre todo al cónyuge, tal como Él nos amó y se entregó por nosotros.3

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
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    1 Esteban Echeverría, La guitarra, citado en José María Torres Caicedo, Ensayos biográficos y de crítica literaria sobre los principales poetas y literatos hispano-americanos. Primera serie (I) (París: Librería de Guillaumin y Cia, Editores, 1863); Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2011), pp. 383-85 <http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmc4f212> En línea 8 octubre 2018. 2 Noé Jitrik, «Esteban Echeverría», en Esteban Echeverría: Vida y obra (Bogotá: Grupo Editorial Norma, Colección Cara y Cruz), pp. 42-43. 3 Lv 19:18; Dt 6:5; Mt 22:36-40; Mr 12:30-31; Jn 3:16; 13:34-35; Ro 13:8; Ef 5:25-33; 1P 3:8; 4:8; 1Jn 3:18; 4:12
  • En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue:

    «No sé qué es el amor. No amo a nadie, y antes más bien trato de hacerles daño a las personas que más me quieren, que son mi esposa y mi hija. No sé qué me pasa. Hago cosas que no debo y, cada vez que quiero buscar a Dios, me siento acusado y culpable. Por eso tengo mucho miedo, [y] me escondo detrás de este computador para escribir lo que no puedo decirle a nadie por miedo al rechazo.

    »Dentro de mí hay algo que quiere gritar: “¡Jesucristo, ayúdame!” Pero no soy capaz; estoy atado a muchos vicios. Quiero empezar de nuevo.»

    Este es el consejo que le dimos:

    «Estimado amigo:

    »... Comencemos con la culpa y la condenación que siente. Usted dice que esos sentimientos impiden que busque a Dios. Pero no es Dios el que quiere condenarlo. De hecho, Él dio a su único Hijo, Jesucristo, para que muriera en la cruz en su lugar a fin de que usted no tuviera que ser condenado. Eso quiere decir que la condenación que usted siente no proviene de Dios. Nosotros creemos que viene, más bien, de Satanás mismo. Satanás quiere que usted se sienta tan condenado que no busque una relación personal con Dios. Así que Satanás le dice de continuo al oído que usted es culpable de muchos pecados. Eso es verdad; cada uno de nosotros es culpable de pecado. Pero Satanás también le dice al oído que usted es un inútil, que no merece que se le ame, y que un Dios santo jamás lo aceptaría. Y todo eso es mentira.

    »Mientras tanto, Dios está tratando de comunicarse con usted. Es la voz de Él la que usted oye por encima del miedo y de la culpa que siente. Por eso usted dice que hay algo adentro que quiere gritar y pedirle a Cristo que lo ayude. Esa es la respuesta suya a la invitación que Él le está haciendo. Dios lo invita a que tenga una relación con Él. Si usted acepta esa invitación, Él lo perdonará y le quitará la culpa que siente por todas las maneras en que ha pecado contra Él y contra el prójimo. Además, como Dios es amor, Él lo ayudará a aprender a amar a otros, tales como su esposa y su hija.

    »Usted dice que no sabe qué le pasa, ni por qué sigue haciendo cosas indebidas. Eso se debe a que ha permitido que Satanás tenga el dominio en su vida. Usted le ha dado a él control absoluto. Él hasta le ha quitado el amor que usted, de otro modo, hubiera sentido por su familia. ¿Quiere seguir así? Si no quiere seguir dándole control absoluto a Satanás, entonces dígale a Dios que está arrepentido y pídale que perdone sus pecados. Agradézcale que Cristo ya tomó el castigo por todo el pecado suyo para que usted no tuviera que ser condenado. Deje que Dios quebrante el poder que Satanás ha ejercido en su vida. Deje que Dios lo cambie por completo.

    »¡Usted puede empezar de nuevo!

    »Linda y Carlos Rey.»

    El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, puede leerse con sólo pulsar el enlace que dice: «Caso 93» dentro del enlace en www.conciencia.net que dice: «Casos».

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
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  • Luego de intensas negociaciones que se iniciaron en la década de 1960, el 26 de abril de 1973 Brasil y Paraguay firmaron el Tratado de Itaipú, con el que aprovechaban al máximo el potencial hidráulico del río Paraná, recurso natural común que sólo podía explotarse en condominio por tratarse de una frontera entre las dos naciones. De ahí que en mayo de 1974 se creara la empresa binacional Itaipú con el fin de construir y posteriormente administrar una central hidroeléctrica con un régimen jurídico único en el mundo, ya que sería regida por el Tratado mismo y por las normas del Derecho Internacional Público.

    La construcción se llevó a cabo en seis fases entre 1975 y 2006. Antes de la cuarta fase, en la que en mayo de 1984 Itaipú comenzó a generar energía, fueron necesarias la excavación del canal de desvío del río Paraná; la construcción de la represa de roca; la instalación del patio industrial; la ejecución de la estructura de control, de las ataguías principales y del efectivo desvío del río desde su lecho natural; la construcción de la represa principal, de la represa lateral derecha, de las represas de tierra y de roca, del vertedero, de la casa de máquinas del lecho del río y de los montajes electromecánicos; el cierre de las compuertas de la estructura de control de desvío; la formación del embalse, y la apertura del vertedero.

    Más de cuarenta mil obreros trabajaron en la construcción de la central, en el momento culminante a un ritmo equivalente a la construcción de un edificio de oficinas de veinte plantas cada cincuenta y cinco minutos. Con el volumen de hierro y de acero que utilizaron, pudieron haber construido 380 Torres Eiffel; con el volumen de hormigón, quince veces mayor que el utilizado en el Eurotúnel (que une a Francia con Inglaterra debajo del Canal de la Mancha), pudieron haber construido 210 estadios de fútbol como el Maracaná en Río de Janeiro o una autopista de dos carriles desde Moscú hasta Lisboa.

    Cada una de las veinte unidades generadoras de 700 megavatios produce lo suficiente para atender todo el consumo de electricidad de una ciudad de casi dos millones de habitantes. Su potencia total de catorce mil megavatios es más que suficiente para satisfacer una cuarta parte de las necesidades eléctricas de Brasil y un noventa por ciento de las de Paraguay. Es que la descarga máxima del vertedero de Itaipú (más de sesenta y dos mil metros cúbicos por segundo) corresponde a cuarenta veces la descarga promedio de las Cataratas del Iguazú. Brasil tendría que quemar 434 mil barriles de petróleo al día para obtener en plantas termoeléctricas la misma producción de energía de Itaipú.

    ¡Con razón que en 1995 la revista Mecánica Popular distinguiera a Itaipú como una de las siete maravillas del mundo moderno!1

    Con todo, Itaipú no es más que una creación del hombre, que es, a su vez, una creación de Dios. Es decir, le debemos a Dios, indirectamente, tanto la maravilla que es Itaipú, como le debemos, directamente, la maravilla que son las Cataratas del Iguazú. De ahí que no podamos menos que exclamar, en las palabras del salmista David: «¡Quiero alabarte, Señor, con todo el corazón, y contar todas tus maravillas!»2

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
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    1 ITAIPÚ Binacional: La mayor central hidroeléctrica del mundo en producción de energía (Foz do Iguazú, Brasil: Publicación del Depto de Comunicación de ITAIPÚ Binacional, 2006), pp. 4-5,7-8,13-14; Brasil, 2a ed. (Lonely Planet [geoPlaneta]: mayo 2005), p. 324 <www.lonelyplanet.es>. 2 Sal 9:1