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Mi novia me arrojó varias cosas, y llegó a provocarme un corte por un jarrón que rompió en mi hombro. Decidido a poner fin a ese calvario, tomé lo esencial para salir de aquella casa. A pesar de la pelea, ella no quería que me fuera. No me pidió que me quedara, me lo ordenó, como si yo fuese de su propiedad.
—Vete, pero vas a regresar de todas maneras —dijo ella con una seguridad tan grande, como si supiera que lo iba a hacer.
En efecto. Me fui a la casa a de mi hermano y debí de regresar a los dos días como si nada hubiese pasado. De esa manera, entramos en una rutina, en la que cada cierto tiempo era de discutir e irme de casa. La tercera vez que lo hice, fue que me percaté de algo que, si bien sucedió en las dos ocasiones anteriores, hasta que no fue más grave, no me di cuenta. Cada vez que me iba de casa me faltaba el aire. No hablo de una sensación de angustia o tristeza. Literalmente sufría de problemas respiratorios. Con cada nueva discusión, y cada vez que la dejaba
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La sangre me hervía de ira. Quería muerta a María. Allí, le pedí que le hiciera un trabajo para hacerle daño. Deseaba castigarla por meterse entre nosotros. María nos conocía ya como pareja, y se metió en el medio a arruinarlo todo. La mujer me observó con recelo. Me preguntó si estaba segura, advirtiendo que cualquier daño que enviara se me podía regresar.
—Con cortar estos trabajos no le va a pasar nada. No realizó un mal directo. La devolución que tendrá será que su relación con Antonio se enfriará —me explicaba la señora —. Yo no recomiendo atacarla. Déjala que se ahogue en su miseria.
Le hice caso de momento. Cortó los trabajos, y con el correr de los días mi relación con Antonio volvió a florecer. Todo iba bien, hasta que el grito de Antonio me despertó en la madrugada. Se sentó en la cama sujetándose la cabeza. Aterrada, le pregunté que le pasaba, pero no lograba responderme. Tenía los ojos enrojecidos y llorosos. No puedo olvidar como comenzó a
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Saknas det avsnitt?
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Según mi amiga, por las palabras de su tía quien practicaba brujería, la mejor manera de poner a prueba a un hombre era embrujarlo. Decía mi amiga que su tía tenía muchas clientas que trataban de amarrar hombres ajenos, y que, si bien estos efectos funcionaban en ellos, había casos que regresaban con sus esposas porque
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La mujer quedó en silencio por un momento, observándome con su cara de póker. Esa incertidumbre en ella me dejaba muy ansioso. Incluso dudaba si esa mujer era una persona o un robot. Ni en sus palabras tenía ánimo o melodía de lo sintética que sonaba. Aun así, ella fue por una vela roja y me la entregó.
—La prendes a media noche. Debajo de la vela debes de poner un trozo de papel con su nombre. La dejas hasta que se consuma. Del resto del trabajo me voy a encargar yo —explicó.
—¿Nada más? —pregunté.
—Nada más —respondió.
Le pagué y me fui. Tras esto, en la noche cumplí como lo explicó. Dejé la vela encendida en mi habitación y en la mañana, solo quedaba el papel. Ni una gota de cera quedó de residuo. Esperé varios días, y cuando llegué a la casa de mi amigo la vi a ella. Carolina me observó como si estuviera
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La noche fue llegando, y El Loco no salía en su pieza por nada del mundo. Insistí a la dueña de que llamara a la policía, porque aquello podría volverse peligroso. De pronto, lo escuchamos rezando. Estaba llamando al diablo. Decía cosas como Satanás ven a mí, Satanás te entregó a
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El padre Marcos, preocupado por ella, intentó visitarla en más de una ocasión. Mi tía lo rechazaba, lo odiaba. Tuvimos que pedirle que la dejara sola, aunque él seguía preocupado por su bienestar por respeto a los años de amistad. Cuando el padre Marcos dejó de venir a casa comenzaron a suceder cosas extrañas. Veía a mi tía hablar sola. En más de una ocasión creíamos que pensaba en voz alta o que nos llamaba, pero nos preocupamos cuando detectamos que
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Esa noche, a la hora de dormir, no tenía una gota de sueño. La mezcla de pensamientos cruzados no me dejaba descansar. Decidí levantarme a beber algo de whisky hasta que me llegara el sueño. No dejaba de pensar en lo que me dijo mi tía, y la posibilidad de que Pedro me hubiese hecho algo. Mientras me quedé con la vista perdida, noté como la botella de whisky se giró sobre sí misma. Fue un movimiento mínimo, apenas unos grados, pero no había manera de que se pudiese mover de esa manera por quedar mal apoyada. No sentí miedo ni nada por el estilo. Observé la botella con detenimiento esperando a que pasara algo más. De pronto, salió volando estrellándose contra la pared. Salté del susto y encendí las luces
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Una noche, entre los tres fuimos a este hogar con todos los implementos. Tengo que confesar que nunca había sentido tanta adrenalina en un solo momento. La hora, casa abandonada, velas, y rituales… todo eso junto creaba una atmosfera fascinante. Llegó el momento de comenzar con el ritual y les expliqué el procedimiento con los detalles que había anotado. Les mostré la fotografía de mi pretendiente, y quedaron deslumbrados. Según Juan Carlos, yo no podría estar con alguien así. Álvaro me cuestionó si de verdad era correcto que le hiciese un amarre a Valeria. Según él, no creía que verdaderamente hubiese algo entre nosotros. Me pidió que lo reconsiderada, que los amarres solo se efectúan cuando hay algún tipo de lazo o vínculo. Ojalá le hubiese hecho caso
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Pasé toda una tarde de nervios. Me sentía observado constantemente como si no estuviera solo en mi casa. Aquella casa ya no parecía mía, me sentía un extraño bajo mi propio techo. En la noche, el timbre sonó, y antes de salir a abrir escuché algo golpearse dentro de mi casa. Fue el mismo sonido que escuché en aquel hogar abandonado, y aquello me llevó a ese día, a ese momento que hice el amarre. Al abrir la puerta estaba ella, era Claudia. Sus ojos estaban enrojecidos por el llanto, me abrazó y me pidió perdón. No quería dejarla entrar, pero sin darme cuenta se lo permití. Al momento de abrazarla
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Tan pronto dije aquellas palabras, aquel sonido que escuché en la casa abandonada se escuchó por la casa. Sentí el tiempo pasar lentamente. Mis oídos me transportaron a aquella noche donde hice el amarre. Una serie de ideas y pensamientos llegaron a mí en un instante, comparando todo lo que estaba pasando con aquel día. Quedé en shock olvidándome de lo que me rodeaba. Mariela me hablaba, me notó extraño, y le pedí que se fuera a su casa. Ella se marchó en llanto mientras no me sacaba de la cabeza el amarre. Me planteé si lo que hice y lo que estaba pasando era correcto. Para mi cabeza de joven un amarre era algo tan inocente como un estimulante, pero no, fue más profundo y lo aprendí en carne propia
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Dolida, solo podía maldecir a aquel desgraciado que la dejó embarazada y desapareció sin dejar rastro alguno. Yo siempre fui muy devota a La Santa Muerte. Le tenía mucho respeto, y le pedía favores a mi niña blanca, pero solo cuando era muy necesario. Una noche, mientras mi esposo dormía, fui al pequeño altar que tenía y encendí una vela. Dejé unas frutas como ofrenda y le pedí mi favor. Intenté ser lo menos vengativa posible, pero el dolor que tenía dentro me lo tenía que sacar de alguna manera.
—Quiero que el sujeto que dejó embarazada a mi hija lo pague —le pedí —. Que lo pague bajo tu juicio, pero que no se quede como si nada hubiese pasado. Que tenga lo que merece
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Salí de aquel hogar sin resultados, solo con un número de teléfono. Al llamar, escucho una voz rasposa, muy rasposa, casi afónica. Parecía tener una lija en la garganta. Le dije quién me dio el número y el motivo, y me indicó la dirección de su hogar. Al llegar, sentí escalofríos, parecía un templo más que una casa. Una señora morena quien se hacía conocer como “La Cubana” me recibió. Comprendí por qué su voz tan afónica. “La Cubana” fumaba de un gran habano más grande que su propia mano. Me invitó a pasar y le expliqué mi pedido. Le dije que quería amarrar a Carla, y no tuve vergüenza alguna explicar su profesión y que quería de ella. “La Cubana” expresó una risa curiosa, como si mi idea le causase gracia. Pero a su vez, parecía aprobarla, o más bien darle intriga. Aceptó hacer el amarre, aunque
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Creí que el beso daría una respuesta definitiva. Contrario a lo que suponía, solo se sembraron más dudas. No sabía si el beso le gustó o no. Se marchó del departamento dejándome con un enorme vacío en el corazón. En ese momento me obsesioné con él. No me parecía justo que Marcelo sufriera por estar con una mujer que no lo hacía feliz, mientras que yo, que lo conocía mejor que nadie estaba ahí viéndolo desde la vidriera y sin poder disfrutarlo
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Furioso fui a ella y le vomité todo, no podría ahora replicar la cantidad de groserías que le dije, para poner un ejemplo las palabras que salieron de mi boca serían iguales a las que emplearía si alguien me hubiese chocado el carro, mi esposa se quedó petrificada, nunca me había visto tan molesto Y doña Clara, sin embargo transformó su rostro dejó ver su expresión de víbora y olvidó su papel de anciana vulnerable, verla sí me hizo arrepentirme de mis palabras no por miedo a hacerla sentir mal, sino por miedo a ella misma...
ojalá te ahogues en tu propia mierd
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El doctor que me atendió fue muy considerado conmigo, me explicó que esos síntomas eran productos de prácticas con necrofilia. Horrorizada, Marcos se me vino en la mente. Le conté de mi experiencia sexual y mi sospecha de que él me hubiese contagiado. El doctor me recomendó que debía de hacer la denuncia. Así lo hice. Luego de tomarme unos días entre antibióticos y reposo, asistí a la policía para realizar la denuncia. Conté todo lo que recordaba sobre Marcos, y si bien no tenía información de él, recordé exactamente el domicilio. Tras una hora de espera, un oficial me apartó para hablar conmigo, ya que mi denuncia solo me puso en el ojo de la tormenta. Según el oficial, la persona que yo denunciaba había muerto tres semanas atrás debido a una complicación de salud. Marcos, era investigado por necrofilia
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Algo en él me hizo sospechar que ocultaba algo. Lo conocía perfectamente. La seriedad tan calma con la que me habló, era la forma que tenía de reprimir la ira que liberaba en otro sitio. No salí de mi habitación, pero pegué la oreja en la puerta. Aunque escuchaba muy bajo, podía oír a él levantándole la voz a su madre. Se me erizó la piel cuando escuché las palabras:
—No le hagas más nada a mi esposa.
Fue cuando me di cuenta de que lo de bruja, no solo era su aspecto. Me senté en la cama aterrada, no sabía cómo reaccionar. Sentí que me bajó la presión de los nervios. Mi esposo regresó, y al verme se preocupó. Notó mi estado, me dijo que estaba pálida. Traté de fingir que no pasaba nada, pero él me insistía en que no estaba bien. Me trajo algo dulce para que me sintiera mejor, y fue cuando se lo dije.
—Escuché la discusión —le dije —. ¿Hay algo que tenga que saber?
Mi esposo bajó la mirada, no se atrevía a decírmelo, aunque yo ya suponía que era. Ante su silencio le exigí explicaciones, y no tuvo más remedio que decirme la verdad. Me dijo que su madre me hizo brujería
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Cuando por fin logré salir con él sentí que lo tenía en mi poder. Salimos a tomar un café, y poco a poco se fue soltando conmigo. Era yo quien hablaba más, pero lograba que de a poco se dejase llevar. Ver esa faceta de él descontracturada, quitándose el saco, hablando sobre sus gustos y sus cosas se me hizo como encontrar un tesoro del que tanto estuve buscando. Finalmente, logré desnudar su alma. Luego de ese café, tuve que incentivarlo para que me invitase a su hogar. Si hubiese sido por él no me invitaba. Sabía que él vivía solo pero no me daba detalle alguno de su vida. Cuando llegamos noté que su apartamento era muy acogedor como para un hombre soltero. Las decoraciones, los muebles, los cuadros, todo parecía ser de una casa de familia. Mínimamente de un matrimonio
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Como bien nos advirtieron, cambiamos la cerradura de la puerta y tomamos medidas para evitar que entrara. También colocamos cámaras de seguridad dentro de casa por cualquier eventualidad. Tan solo a cuatro días de nuestra llegada, amanecí con un regalo en la puerta de casa. Un trabajo de brujería. Una cabeza de gallina con velas consumidas, maíz, bombones y algunas cosas más. No era creyente hasta ese entonces, así que lo más inteligente fue juntar todo en una bolsa de basura, tocar la puerta de “la loquita” y entregársela.
—Se le perdió esto —le dije.
Ella tomó la bolsa, observó su contenido, y levantó la mirada hacia mí con una sonrisa tan inquietante que me hizo comprender por qué le pusieron ese apodo. Por un momento se me heló la sangre al intercambiar miradas. De pasar de ser una mujer cualquiera, su rostro parecía ser de la hija del diablo. Me dio miedo, solo con esa sonrisa me demostró que sería capaz de cualquier cosa
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Mi padre estaba sentado a la altura de los pies de la cama, me costó comprender qué sucedía, mi padre emitía una sonrisa enternecedora Bajo su bigote, verlo me hizo feliz entendí que estaba soñando y viendo eso o por lo menos creyéndolo, me di el gusto de hablarle...Hola papá le dije, Hola mijo respondió.... como lo hacía habitualmente, me quedé contemplándolo no tenía realmente qué decirle, intenté incorporarme pero mi padre apagó su sonrisa y con un gesto de su mano él me detuvo... No, dijo con firmeza, aquella seriedad me estremeció de como lo conocía solo hablaba Así cuando había una situación que era realmente seria hasta me hizo sentir culpa, como si hubiese cometido algún pecado, pero no se trataba de eso.... esa mujer ya no te quiere, déjala, dijo mi padre no me lo ordenó directamente sino me lo dijo como si fuese un consejo, lo dijo de una manera tan sincera, tan fría
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Le escondí que le hice brujería a mi abuelo, aunque fui honesto con la parte de las pesadillas que tenía con él. Fue muy estresante recordarle a mi madre, la basura de persona que era Don Antonio y que solo servía para hacernos daño. Pero tras mi estado de salud, y algunas cosas que sucedían en el hogar, aceptó la visita de la bruja. Una vez que esta llegó, mi madre se mostró muy incómoda. Le temía como si nos fuese a hacer daño. La bruja notó la incomodidad de mi madre, pero no le dijo nada. La aparté a la bruja y le pedí disculpas por ella, pero dijo estar acostumbrada, así que lo tomó bien. Mientras esta mujer recorría la casa, mi madre lanzó un grito por la casa. Dijo que escuchó a mi padre llamarla por su nombre. Casi le da un ataque de nervios. Comenzó a llorar y a agitarse. La bruja habló con ella, le dijo que mi padre se aferraba a la casa, pero que se iba a encargar de que su alma se elevara y descansara en paz
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