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Siete y media de la mañana del 16 de marzo de 1968, 100 soldados de la Compañía C que forman parte de la Fuerza de Asalto Barker junto con soldados del Primer Batallón, de vigésimo Regimiento de Infantería y de la 11 Brigada de la 23 División de Infantería del Ejército de los Estados Unidos, todos ellos bajo el mando del Teniente Coronel Frank A. Barker, llegan a Son My, un pequeño asentamiento de granjas, campos de arroz, diques y caminos sin asfaltar conectado con las diminutas aldeas de Mỹ Lai, Cổ Lũy, Mỹ Khê y Tu Cung en la provincia Quang Ngai, al sur de Vietnam. La Fuerza de Asalto Barker lleva meses siguiéndole la pista al escurridizo Batallón 48 del Vietcom, y están convencidos, o al menos eso afirma la inteligencia militar norteamericana, que el Batallón se esconde en la zona, aunque a pesar de llevar meses buscándolo todavía no se han cruzado con él.
La fuerza de asalto Barker dejará tras su paso por Mai Lai, Co Luy y My Khe 504 cuerpos, todos ellos pertenecientes a civiles vietnamitas: hombres, mujeres, niños y bebés, Muchas de las mujeres fueron,, además, violadas antes de ser asesinadas y las madres perecieron tratando de proteger con sus cuerpos a sus hijos de las balas de los militares yankees. La masacre de Mai Lai no se hará pública hasta un año después y su difusión incrementará aun más la división de la sociedad norteamericana sobre la guerra del Vietnam. Aunque muchos de los responsables fueron juzgados solo William Calley acabará siendo condenado por este crimen de guerra que el gobierno de Nixon trató de ocultar y minimizar y que fue la norma, y no la excepción, en una guerra que le costó la vida a un millón y medio de vietnamitas. Esta es la historia de la masacre de Mai Lai -
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Nueva York, siete y media de la tarde del 10 de marzo de 1849, diez mil hombres y mujeres furiosos se concentran en las calles adyacentes al Astor Opera House en Manhattan, muchos de ellos portan pancartas en las que se pude leer Quién gobierna esta ciudad, los británicos o los americanos? Tras dos horas de disturbios, en los que la muchedumbre intenta prenderle fuego al teatro, el alcalde de Nueva York, Caleb Woodhul, convoca al séptimo regimiento de la milicia estatal de Nueva York que dispara contra la muchedumbre.
¿Cómo puso ser posible que la aparentemente inocente discusión sobre quién era el mejor actor shakespeariano de la época, si el británico William Macready o el norteamericano Edwin Forrest, acabara en tragedia? Esta es la historia de los altercados de Astor Place pero también es la historia de la lucha de clases, el racismo y el sentimiento nacionalista en el Nueva York antebellum de 1849. -
La desaparición de Shannan Gilbert la madrugada del 1 de mayo del año 2010 destapará la existencia de, al menos, un asesino en serie que llevaba años depredando en Long Island, Durante todo el verano se buscará a Shannan sin éxito pero el agente Mallia y su perro Blue no se dan por vencidos y el 11 de diciembre retoman la búsqueda, sin embargo los restos que Blue y Mallia encuentran dentro de un desgastado saco de arpillera no pertenecen a Shannan sino a otra desafortunada joven, no será, sin embargo, este el único cuerpo que aparezca en la zona, tres días después los restos de otras tres mujeres son encontrados en circunstancias similares y entre el 29 de marzo y el 4 de abril del año 2011 la policía, que sabe que un asesino en serie está en activo en Long Island desde al menos el año 2007, encuentra otros seis cuerpos más, entre ellos el de una bebé de entre 16 y 24 meses, sin embargo los restos que Blue y Mallia encuentran dentro de un desgastado saco de arpillera no pertenecen a Shannan sino a otra desafortunada joven, sin embargo, este no será el único cuerpo que aparezca en la zona, tres días después los restos de otras tres mujeres son encontrados en circunstancias similares y entre el 29 de marzo y el 4 de abril del año 2011 la policía, que sabe que un asesino en serie está en activo en Long Island desde al menos el año 2007, encuentra otros seis cuerpos más, entre ellos el de una bebé de entre 16 y 24 meses. No será hasta el 13 de diciembre del año 2011 cuando la policía de, al fin, con el paradero de Shannan Gilbert, cuyos restos son encontrados flotando boca arriba en una marisma de poca profundidad, a poco menos de un kilómetro de donde había desaparecido. Pero a pesar de las conexiones que la unen con el resto de las víctimas del ya conocido como el asesino de Long Island o el asesino de Gilgo Beach, la policía descarta inmediatamente que Shannon muriera asesinada y declara el fallecimiento de la joven como un ahogamiento accidental. La búsqueda del asesino se convertirá en una investigación policial que se alargará durante 14 años, y que ha estado salpicada por todo tipo de escándalos, acusaciones de corrupción, de incompetencia y por la indiferencia de las autoridades hacia las víctimas y sus familias. Será gracias al tesón de la madre de Shannan, Mari Gilbert, y al del resto de las familias de las víctimas, que se lograra detener al asesino, aunque entre medias, más vidas fueron destrozadas, entre ellas, la de la propia Mari Gilbert. Esta es la historia de los asesinatos de Gilgo Beach.
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27 de mayo de 1942, Reinhard Heydrich, jefe de la Oficina de la policía del Reich, mano derecha de Himmler, y por tanto número dos de las SS, y gobernador del Protectorado de Bohemia y Moravia, se dirige en su Mercedes descapotable 320 cabriolet B a su despacho en el Palacio de Praga cuando, a las 10 y 20 de la mañana, aprovechando que el chófer Johannes Klein tiene que aminorar la marcha para tomar una curva, los soldados checoslovacos Jozef Gabcik y Jan Kubis, que llevan meses junto con los servicios secretos británicos planeando el atentado, emboscan el vehículo del dirigente alemán que, sin embargo, sobrevive al ataque aunque acaba malherido. El 4 de junio Heydrich, el carnicero de Praga, la Bestia rubia, el verdugo y uno de los arquitectos de la Solución final, entra en coma y fallece a los 38 años. Su asesinato supone un duro golpe para el régimen alemán que en esos momentos tiene sometida a Europa bajo el dominio de sus botas ya que constata que la política de terror y muerte con la que los nazis controlan sus territorios no es capaz de eliminar la insurgencia. Hitler, furioso y temeroso de que la muerte de Heydrich de alas a otros atentados similares en los territorios ocupados, ordena que se aplique un castigo ejemplar pues, según él, la vida de Heydrich vale por la de 10,000 checos. La brutal e inmisericorde respuesta nazi al atentado le costará la vida a más de 50000 personas de forma directa, conducirá a otras 13,000 personas a campos de concentración donde la gran mayoría serán gaseados, entre ellos familiares y amigos de los soldados checos que participaron en la acción contra Heydrich, y la aniquilación total de dos villas y de prácticamente todos sus habitantes: esta es la historia de las masacres de Lídice y Lezaky.
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En octubre de 1984 se estrena la película Streetwise, un documental que cuenta la vida de varios adolescentes que viven en las calles de Seattle. A pesar del éxito de la película la mayoría de sus protagonistas no tendrán un final made in Hollywood. Entre ellos, Roberta Joseph Hayes, la alegre chica rubia que en apenas unos minutos de pantalla había acaparado todas las miradas, la niña que se había escapado de casa a los 12 años y que con tal solo 20 ya había sido madre cinco veces y a quien en esas cinco ocasiones los servicios sociales le habían retirado la custodia de sus hijos, la joven que tiene que recurrir al trabajo sexual para poder sobrevivir, se hará famosa a su pesar. La última vez que se la verá con vida será el 7 de febrero de 1987 en Seattle a donde había regresado después de ser puesta en libertad por la policía de Portland. A pesar de que sus restos serán descubiertos en una carretera sin salida al norte de la Autopista 410 por un empleado de los parques del estado de Washington un 11 de septiembre de 1991, la policía de Seattle supo, desde primer momento, que su desaparición estaba relacionada con un depredador que llevaba suelto por las calles de Seattle desde 1982, y así Roberta se convertirá la víctima número 44 de este asesino en serie. El asesino no será capturado hasta el 30 de noviembre del año 2001, en la que será la más larga investigación criminal de Estados Unidos, investigación en la que incluso llegó a participar el asesino en serie más famoso del país, Ted Bundy, esta es la historia de Gary Ridgway, el asesino de Green River pero también esta es la historia de algunas de sus víctimas.
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2 de diciembre de 1979, los bomberos acuden a sofocar un incendio en el Travel Inn Motor Lodge, un hotel de mala muerte de los muchos que rodean la calle 42 de Nueva York y que alquilan sus habitaciones por horas. Cuando los bomberos irrumpen en la habitación donde se originó el incendio se encuentran con dos mujeres inconscientes que yacen en la cama, al acercarse a ellas para reanimarlas, comprueban, horrorizados, que las mujeres no solo están muertas, sino que sus cuerpos, decapitados, han sufrido también otras terribles mutilaciones. Los detectives de homicidios, que desconocen la identidad de las dos mujeres, sospechan que pueden ser dos de las miles de trabajadoras sexuales que tratan de buscarse la vida en Times Square, horas después la autopsia revelará que ambas jóvenes pasaron un infierno antes de morir, pues fueron sometidas durante horas a todo tipo de torturas y abusos. Mientras tratan de identificar a las dos desafortunadas víctimas, a los detectives no se les pasan desapercibidas las similitudes entre este crimen con otro asesinato sin resolver, el de la joven trabajadora sexual: Helen Sikes. cuyo cuerpo, mutilado y casi decapitado, se descubrió la noche del 13 de enero de 1979 entre la calle 89 y la avenida 23. Convencidos ahora de que tienen un asesino en serie entre manos, los detectives están lejos de sospechar el verdadero alcance de sus crímenes, pues el asesino es alguien que ha logrado pasar desapercibido desde 1967 y cuyos crímenes se extienden más allá de la ciudad de Nueva York, tampoco son capaces de imaginar que detrás de los asesinatos, torturas y mutilaciones se encuentra un padre de familia de clase media, un tipo fanfarrón que presume de sus aventuras sexuales con sus compañeros de trabajo, un hombre que a pesar de haber sido detenido acusado de abusar y golpear a varias jóvenes logró salir impune y despistar a la policía durante años, un asesino que tras su detención alardeó de haber sido el responsable de cien asesinatos. Esta es la historia de Richard Cottingham, el asesino del torso.
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A las siete y media de la tarde del 8 de marzo de 1977 Virginia Voskerichian de 19 años, estudiante de honor de la Universidad de Barnard, camina tranquilamente por Forest Hill Garden cuando se cruza con un hombre que sin mediar palabra, saca un revólver del calibre 44 y le dispara apuntando directamente a la cabeza. Instintivamente Virginia trata de protegerse con los libros de texto pero estos no pueden parar la trayectoria de la bala. . El asesinato de Virginia en un principio conduce a policía a un callejón sin salida pues son incapaces de encontrar el motivo por el que alguien quisiera matar a la joven. Sin embargo los casquillos del calibre 44 dejados por el arma del crimen les conducirán a la respuesta que tanto ansían pues al compararlos se dan cuenta de que el arma que los disparó es el mismo con el que se cometió otro crimen inexplicable, el de Donna Lauria ,la joven que había sido tiroteada junto a su amiga Jody Valenti, la noche del 29 de julio de 1976. Los agentes no tardarán entonces en relacionar ambos crímenes con otra serie de asesinatos y atacas aparentemente sin sentido y sin conexión entre ellos ocurridos en Queens y en el Bronx durante los últimos meses. Convencidos de que tienen un asesino en serie entre manos, el comisionado de la Policía de New York convoca una rueda de prensa para alertar a la ciudad de que un loco anda suelto. La policía encarga al inspector Timothy Dowd la tarea de organizar un fuerza especial con el único objetivo de detener al asesino antes de que vuelva a matar. A esta fuerza especial, llamada Operación Omega, se le asignan doscientos agentes con el único objetivo de dar con el asesino a partir de las únicas pistas tangibles con las que cuentan: una vaga descripción del sospecho y unos casquillos del calibre 44.
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La pequeña localidad de Westfield, en New Jersey, parece salida de Las chicas Gimore. Representa la quinta esencia del sueño americano. Situada a apenas 26 kilómetros de Manhattan, sus mansiones elegantes, su centro histórico y sus parques de cuento son el refugio, si te lo puedes permitir, de aquellos que quieren huir de la locura neoyorkina. Y no hay casa más elegante que la masión victoriana de 19 habitaciones y tres plantas en la que vive la familia List: Breeze Knoll. El 9 de noviembre de 1971 John List, el cabeza de familia, vicepresidente y auditor del Banco Central de New Jersey le comenta al chico de los periódicos que no hace falta que le deje el periódico en la puerta pues la familia estará ausente al menos durante un mes ya que piensan viajar a la casa de su suegra, que está mal de salud y que vive en Carolina del Norte donde permanerecerán, al menos, cuatro semanas, el muchacho acepta las disculpas de John por no tener dinero suelto suficiente para pagarle los periódicos de las últimas semanas sin sospechar que en el famoso salón de baile con techos de cristal de Tiffany's de la mansión yacen los cuerpos de la esposa de John, Helen y la de sus tres hijos, Patricia, John Frederick y Frederick Michael y que En el ático se encuentra el cadáver de Alma, la madre de List. En la madrugada del 10 de noviembre, John List sale por la puerta de su mansión y su rastro se desvanece.
Durante años la leyenda de John List y el recuerdo del asesinato sin sentido de toda su familia acosarán a los vecinos de Westfield. Los rumores y el temor a que List viva escondido entre ellos esperando el momento perfecto para volver a asesinar recorren New Jersey durante años. Cuando en agosto de 1972 Breeze Knoll arde hasta los cimientos, la ciudad se convence de que una maldición pesa sobre los List pero también sobre Westfield. Tendrán que pasar 18 años hasta que Westfield llegue a conocer la triste y sórdida verdad acerca de un hombre que prefirió aniquilar a toda su familia antes que afrontar la realidad de su mediocre existencia y su fracaso personal. Esta es la historia de John List. -
La calma reina en las urgencias del Hospital McKenzie-Villanette, en la pequeña y olvidada ciudad de Springfield, Oregon, la noche del jueves 19 de mayo de 1983 cuando de repente los pitidos de un coche sacan de su sopor al personal sanitario, son las 10 y 48 y de un Nissan de color rojo con matrícula de Arizona sale precipitadamente una mujer joven gritando que un hombre ha disparado a sus hijos. Diane Downs, es capaz de mantener la calma mientras se deja curar su brazo izquierdo, que ha sido atrevesado limpiamente por una bala. Con una presencia de ánimo que asombra al personal del hospital y a la policía, le cuenta al sargento Rutherford como un hombre extraño quiso robarle el Nissan cuando circulaba por una carretera rural y al no conseguirlo, en represalia, disparó contra sus hijos para herirla después en el brazo y salir huyendo. ¿Es posible que aquella mujer joven y atractiva, que esa madre fuera la responsable de lo que había sucedido a los tres niños o simplemente era una mujer sobrepasada por el shock y el trauma que todavía no era consciente de la tragedia que acababa de vivir? Esta es la historia de Diane Downs.
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Las ciudades que habitamos, nos parecen lugares, sino no seguros, al menos sí cotidianos y en muchas ocasiones hasta aburridos. Son espacios por los que transitamos sin apenas prestar atención, acostumbrados a los sonidos, los olores y los caminos tantas veces recorridos. Nuestro barrio, la tienda de la esquina, nuestro bar favorito, el parque donde nos dieron nuestro primer beso... Construimos nuestra biografía alrededor de estos espacios físicos sin pensar que conocieron otras vidas, otras historias. Nuestra ciudad, decimos, como si nos perteneciera, como si en nuestra ausencia dejara de ser. Pero nuestra ciudad alberga millones de historias, millones de experiencias, ha sido y será la ciudad de otros, la ciudad de muchos, lugar inhóspito, triste, peligroso. Lugar de pobreza y hambre, lugar de injusticias, ciudad de crimen y muerte. Xixón es una y muchas, es lucha obrera y villa marinera, es destino turístico y especulación, mar y carbón, acero y monte, alegría y crimen, comunidad y soledad, vergüenza y mentiras. Como las que rodearon la vida y sobre todo el asesinato sin resolver de Rambal. El crimen de Rambal, como todo asesinato sin resolver, es una herida que nunca acaba de cicatrizar, un atentado contra el sentido común que nos dice que todo delito ha de tener su castigo, una puerta abierta a la especulación y a la sospecha, a la rabia y a la indignación. Y por eso, el 19 de abril de 1976, un incendio en el número 4 del Campo de las monjas, en el barrio xixonés de Cimavilla, sirvió de detonante para la rabia de toda una comunidad que al grito de “Justicia” salió a la calle a dar la cara por uno de los suyos.
Esta es la historia de Alberto Alonso Blanco, Rambal -
Domingo, 12 de julio de 1936, el cuerpo del teniente Castillo, miembro de la Guardia de Asalto, la policía de la II República, conocido socialista y militante de la Unión Militar Republicana Antifascista, yace ante la puerta de la ermita del Humilladero de Nuestra Señora de la Soledad, entre las calles Fuencarral y Augusto Figueroa, en pleno centro de Madrid tras haber sido asesinado, entorno a las diez de la noche, por unos pistoleros de extrema derecha que nunca serán identificados. Mientras velan su cuerpo, los ánimos de la familia, los amigos, los camaradas y los compañeros de la Guardia de Asalto se van calentando, la muerte de José del Castillo, que apenas llevaba dos meses casado con Consuelo Montes, y que había sido amenazado de muerte en numerosas ocasiones, es la última de una larga lista de asesinatos de militantes de izquierdas y republicanos a manos de los falangistas, cuya violencia había provocado una espiral de venganzas que tiñeron de sangre las calles del país y emponzoñaron la política institucional y a una sociedad cada vez más polarizada a causa de unas derechas dispuestas a todo para salirse con la suya. En la madrugada del 12 al 13 de julio en la Dirección General de Seguridad los compañeros de Castillo se muestran cada vez más indignados hasta el punto de que algunos se concentran en el cuartel de Pontejos junto a varios milicianos socialistas, miembros de la llamada Motorizada, y guardias civiles, entre ellos Fernando Condés, amigo del asesinado, donde planean vengar la muerte de su camarada.
Tras acercarse a las casa de Gil Robles, líder de la Ceda y de Goicoechea, líder de Renovación española y comprobar que ninguno de los dos se encuentra en Madrid, deciden probar suerte con Calvo Sotelo, a quien encuentran en su casa situada en el 89 de la calle Velázquez, tras convencer a los policías que vigilan la puerta logran atravesar el portal. Sobre las tres de la madrugada un desconcertado Calvo Sotelo le pide a su doncella que permita el paso a los policías que llaman a su puerta y que quieren registrar la casa. Tras el registro Condés informa a Calvo Sotelo de que está detenido y que tiene que acompañarles. Pero Calvo Sotelo en ese momento entiende lo que realmente va a pasar y, para no asustar a su mujer y a sus cuatro hijos, se va de forma pacífica con los supuestos policías no sin antes pedirle en francés a la institutriz de sus hijos que avise a sus dos hermanos, Luis y Joaquín. Los supuestos policías ordenan, entonces a Calvo Sotelo que entre en la furgoneta número 17 y le sientan de cara a la marcha entre dos guardar uniformados, detrás de él está Luis Cuenca mientras que Condés se sienta al lado del conductor, en un momento dado cuando la furgoneta enfila la calle Ayala, Cuenca le dispara dos tiros en la nuca a Calvo Sotelo que muere al instante. Entonces Condés ordena que se vayan al cementerio del Este donde abandonan el cuerpo del político español en el depósito de cadáveres. Cinco días después, el 18 de julio, se producirá un golpe de estado que. al fracasar parcialmente, condena al país a la guerra civil. -
La mayoría de nosotros podríamos recitar de memoria el nombre de varios asesinos en serie sin embargo a penas podemos nombrar a alguna de sus víctimas, cuyos nombres, en muchas ocasiones no son más que una nota a pie de página en las biografías de sus asesinos. No solemos prestar atención a sus nombres, abrumados por la maldad, muchas veces aleatoria, que les arrebató la vida. Obsesionados por el crimen y el criminal, nuestro deseo y necesidad de encontrar respuestas a sus actos, de tratar de entender qué les pudo llevar a asesinar, de profundizar en sus mentes, en sus vidas y en sus biografías, nos hace olvidar que detrás de cada nombre, de cada víctima, hay una persona real, con su propia historia, con sus luces, y a veces con sus sombras, como todos nosotros. Y es que detrás de cada crimen, de cada asesinato hay una persona cuya vida acaba de forma abrupta, de forma terrible, injusta, Detrás de cada historia, hay una familia, unos amigos que tienen que vivir con el luto, el recuerdo de un final aterrador, con el miedo, los remordimientos, quizás la culpa, el odio, el rencor y que se ven expuestos, además, a que los últimos momentos de sus seres queridos se hagan públicos, sin tener en cuenta que de esta manera se está contribuyendo a revictimizar a las víctimas y a sus familias y amigos, una y otra vez. No debemos olvidar que las víctimas ya no pueden hablar ni defenderse, es por tanto nuestra obligación respetar su dignidad antes y después de su asesinato, respetar su memoria y su recuerdo y recuperar su historia
Y es que no importan ni las malas decisiones ni las vidas al margen de lo normativo, nadie merece acabar asesinado pues nada justifica arrebatar una vida humana. La biografía de Bonny Lee Bakley está plagada de malas decisiones, de errores, engaños, manipulación y estafas. Bonny Lee construyó su vida sobre la mentira y delirios de fama, pero existe otra faceta de ella que también ha de ser contada, pues fue una madre amorosa y una hermana querida y no se merecía morir asesinada en un callejón en Studio City en Los Ángeles, detrás del restaurante Vitello's donde ella y su marido, el actor Robert Blake, acababan de cenar. Esta es la historia de la vida y del asesinato de Bonny Lee Bakley. -
El 30 de diciembre de 1870 desembarca en Cartajena Amadeo de Saboya, el primer monarca español elegido por un parlamento para tomar posesión de la corona española después de que La gloriosa, la revolución de 1868, pusiera fin al reinado convulso, violento y desquiciado de Isabel II. El nuevo rey, hijo menor del primer rey de Italia Victor Manuel II, héroe de la guerra de la independencia italiana, católico, masón y descendiente de los Borbones, su madre María Adelaida era bisnieta de Carlos III, había aceptado una corona que los liberales monárquicos españoles habían ofrecido a la desesperada y sin éxito a varios candidatos, incluido al duque de Montpensier, cuñado y enemigo declarado de la reina Isabel y padre de la futura reina María de las Mercedes. Amadeo se enfrenta no solo al reto de unir un país empobrecido, a la cola de la revolución industrial, dominado por la Iglesia católica que apenas puede controlar lo que queda de su imperio colonial, inmersa en un constante conflicto político, propenso a las asonadas, levantamientos y a las conspiraciones palaciegas sino que además que tiene que vencer las reticencias de los borbónicos, los republicanos, la Iglesia católica y la propia sociedad española. Mientras el nuevo rey da sus primero pasos en territorio español, el general Juan Prim, conde de Reus, marqués de los Castillejos y vizconde de Bruch, presidente del Consejo de Ministros, héroe de la primera guerra carlista, héroe de Castillejos, liberal, que había sido deportado y exiliado, conspirador y pragmático y uno de los principales responsables de la llegada de Amadeo al trono español, da su último suspiro. Tres días antes, el 27 de diciembre había sufrido un atentado en la calle del Turco.
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La música para este episodio ha sido compuesta por Respeta a tu madre, a quien no podemos estar más agradecidas. El barrio de Glassel Park, en las colinas de San Rafael, descansa, al igual que Jennie, en paz y silencio, lejos quedan las luces y los sonidos de Los Ángeles, como lejos queda el recuerdo de Bouno y Bianci, de Rodney Alcala, del apuñalador de Skid Row, de los asesinos de Sunset Strip Carol M Bundy y Dough Clark, de Lawrence Bitakker y Roy Norris, de William Bonin o de Randy Karft, cuyos crímenes habían sembrado la ciudad y los márgenes de las autopistas de víctimas inocentes, mujeres, adolescentes, niños y hombres jóvenes cuyas desapariciones en algunas ocasiones habían sido ignoradas por las autoridades y que habían hecho estremecerse de terror a Los Ángeles desde 1977. Pero la ciudad parece que al fin ha podido desprenderse del trauma de haber albergado un inusual número de asesinos en serie actuando, además, en muchas ocasiones al mismo tiempo, y espera ilusionada unos Juegos Olímpicos que, pese al boicot de los países del Este en respuesta al boicot occidental a las Olimpiadas de Moscú de 1980, están decididos a emocionar al mundo y a ser el escaparate del triunfo del capitalismo y de la american way of life pero, sobre todo, de su presidente Ronald Reagan. Sin embargo, justo un mes antes de que Jesse Owens entre en el Estadio olímiíco de Los Ángeles portando la llama olímpica, la señora Vincow se convertirá en la primera víctima, o eso al menos se pensará durante décadas, de un nuevo tipo de depredador, un asesino como nunca se había visto antes, alguien que ataca de forma aleatoria, sin motivos aparentes y sin ningún patrón reconocible, entre sus víctimas se encuentran personas de diferentes edades, géneros y razas, que apenas deja rastro tras de sí y que utiliza una violencia y crueldad inimaginables con sus víctimas. Un joven adorador de Satán que nunca expresará ningún tipo de remordimiento por sus actos, capaz de allanar sin despertar sospechas en el vecindario, las casas de sus víctimas para desaparecer después en la noche, un hombre que abusó, torturó y sembró el terror en una ciudad que estaba convencida que ya había dejado atrás sus peores momentos. Esta es la historia de Richard Ramírez.
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Hace más de dos mil años un político romano garantizó el acceso al pan de todos ciudadanos romano limitando el precio del trigo, él y su hermano llevaron una serie de reformas políticas de calado, lucharon por la redestribución de las tierras y contra los latifundios y encabezaron varias reformas legales para garantizar los derechos de la plebe. La reacción de los patricios y los grandes propietarios de tierras a las reformas fue tan violenta que no solo acabó con la vida de los hermanos, también anegó de sangre las calles de Roma y, en última instancia, aceleró el fin de la República. Esta es la historia de los hermanos Tiberio Sempronio Graco y Cayo Sempronio Graco.
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El 28 de mayo, William Ray Pugh, después de haber sido arrestado por el robo de un vehículo esperaba que la fiscalía, a cambio de información le rebajara la pena. Tenía una historia que contar sobre cómo el hombre a quien la prensa había apodado el asesino de la autopista le había llevado una noche en su furgoneta mientras alardeaba de sus crímenes enseñándole además recortes de prensa sobre los asesinatos que guardaba orgulloso en la guantera de su Ford. Lejos estaba la policía de sospechar en ese momento que Pugh había participado junto al asesino en el asesinato y tortura de Harry Todd Turner de 15 años, pero para sorpresa de la policía pronto descubren que existían otros tres cómplice más y que el asesino era,un antiguo veterano de Vietnam, un católico incapaz de asumir su homosexualidad, un antiguo niño maltratado y abusado y un delincuente con un amplio historial por abuso de menores. Esta es la historia de William George Bonin.
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En la madrugada del 23 al 24 de mayo de 1940, una lluvia de balas golpea la fachada de un edificio en la Avenida Viena, en la ciudad de Coyoacán, cerca de ciudad de México DF, más de trescientas balas son disparadas por el famoso pintor Siqueiros junto con una docena de pistoleros con la única misión de acabar con la vida de León Trosky, el famoso revolucionario ruso, fundador del Ejército rojo, mano derecha de Lenin, fundador de la Cuarta Internacional y ahora enemigo de la Unión Soviética. Milagrosamente el atentado se salda sin pérdidas humanas y solo el nieto de Trosky, Esteban" Volkov de 14 años, acaba herido en un pie. Pero este fracaso no desanimará al NKVD, el servicio secreto soviético encargado directamente por Stalin de acabar con la vida de su antiguo camarada, que lleva meses planeando su misión y ha coseguido infliltrar a un ex combatiente republicano catalán, Ramón Mercader, que con la falsa identidad de Jacques Mornard había conseguido formar parte del grupo más cercano al ex dirigente soviético. Con el asesinato de Trosky Josef Stalin, el líder de la Unión Soviética, consigue deshacerse de su principal, más famoso y último rival político, triunfante, Stalin tal vez pensó que lo tenía todo, al fin, controlado, con el pacto Ribbentrop Mólotov firmado con el gobierno nazi el 23 de agosto de 1939 evitaba que la Unión Soviética padeciera, como el resto de Europal el peso sobre su cuello de las botas con clavos del ejercito alemán, sin enemigos políticos ni críticos internos, tras las distintas purgas que había llevado a cabo para cercenar cualquier oposición política, Stalin parecía invulnerable pero la invasión alemana el 22 de junio de 1941 le hizo despertar de la ilusión de que podría mantener a la Unión Soviética lejos de las garras de los nazis y de una guerra que sembró el país con veinte millones de cadáveres. Muchos se han preguntado qué hubiera sido de la Unión Soviética y de Europa si en vez de Stalin hubiera sido Trosky y su revolución permanente quien se hubiera hecho con los mandos del país y del impulso revolucionario, si se hubiera extendido la revolución de forma existosa por Europa y si se hubiera podido evitar el auge del nazismo y los horrores de la Segunda Guerra Mundial, pero todo esto no es más que un mero ejercicio de especulación intelectual. Esta es la historia de León Trosky.
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El 30 de junio de 1934 Adolph Hitler acompañando de un batallón de la SS irrumpe a las seis de la mañana en el balneario bávaro de Bad Wiessee donde se encontraban reunidos, por orden del propio fürher, Ernest Röhm y el resto de los líderes de la SA pensando que habían sido convocados a una reunión. Pero los planes de Hitler eran muy distintos, la SS toma por asalto el balneario y es el el propio Hitler en persona quien pone bajo arresto a Röhm y a sus hombres acusados de conspirar para dar un golpe de estado. Muchos de los líderes de la SA, el cuerpo paramilitar que había llenado las calles de Alemania de sangre y furia y había sido clave en el ascenso nazi, son ejecutados extrajudicialmente en las siguientes 24 horas, entre ellos Ernest Röhm, su líder desde 1925, amigo íntimo de Hitler junto con quien había participado en el fracasado golpe de 1923 y a quien el propio Hitler había recurrido en 1930 para ayudarle a recuperar el control del partido. Durante los siguientes días, hasta el 2 de julio continúan las ejecuciones sumarias que se cobran la vida de casi 1000 personas y se extenderán más allá de las filas de los camisas pardas. Con la oposición de izquierdas encerrada en campos de concentración, asesinada o en el exilio, Hitler aprovecha el golpe contra Röhm para deshacerse también de los líderes conservadores que de forma tímida o activa, le habían apoyado políticamente ahora que ya no le son útiles, entre ellos Edgar Jung, Erich Klausener o el general Kurt Von Schleicher, antiguo canciller que junto a su esposa Elisabeth es tiroteado en su propia casa. De esta manera Hitler consigue deshacerse de un plumazo tanto de la oposición interna como la externa, consolidando su posición de líder incontestable de Alemania y ganándose la confianza del ejército y también de los grandes industriales, a quienes necesita para llevar a cabo sus planes políticos y militares. Os presentamos otro episodio de la serie Crímenes políticos en colaboración con la revista Contexto.
https://www.ivoox.com/en/podcast-ctxt_sq_f1426861_1.html -
El 26 de octubre del año 2018 las cenizas de Matthew Shepard, el joven que fue golpeado, torturado y asesinado en 1998 por otros dos jóvenes por ser gay, son enterradas en la catedral de Washington, Judy y Dennis Shepard, la madre y el padre del joven, desfilan cabizbajos y de luto rigusoro tras la urna que porta el opispo Gene Robinson, el primer obispo abiertamente gay de la iglesia episcopal. Las cenizas de Matthew descansan ya junto a las de la activista Heller Keller o el presidente Woodrow Wilson, un honor del que pocos norteamericanos han gozado.
Tres años más tarde y a miles de kilómetros, el 6 de octubre del año 2021 se inagura en Barcelona la Plaza Sonia Rescalvo en honor a la mujer trans que fue asesinada de una paliza por un grupo de neonazis el seis de octubre de 1991. Ni siquiera las mascarillas pudieron ocultar la emoción y las lágrimas de les activistes que acudieron a la inaguración de esta plaza cerca de la glorieta que ya lleva su nombre desde el 2013 y que fue el lugar exacto en el que Rescalvo fue asesinada.
Los asesinatos de Shepard y Rescalvo sirvieron en sus respectivos paises de catalizador para la reactivación del activismo LGTBIQA, con el tiempo y gracias a la acción de les activistes, se vivieron en EEUU y España cambios sociales, políticos y legislativos trascendentes. Las muertes de Matthew y Sonia además abrieron los ojos de la sociedad hacia las violencias sistémicas y las discriminaciones que padecen las personas comunidad queer. La indignación popular y el shock que sus asesinatos provocaron contribuyeron a que con el tiempo y con un gran esfuerzo activista, se entendiera que la homofobia y la transfobia son delitos políticos, delitos de odio. Bienvenidos a este episodio que forma parte de nuestra colaboración con la revista Ctxt sobre Crímenes políticos, podéis seguir a CTXT en su canal de Ivoox: https://www.ivoox.com/en/podcast-ctxt_sq_f1426861_1.html - Visa fler