Avsnitt
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No todos creen, pero todos necesitan oír (Romanos 10:16-17)
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No hay salvación al margen del evangelio (Romanos 10:14-15)
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Judíos y Gentiles: Un Mismo Evangelio (Romanos 10:12-13)
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CB: La ley (Capitulo 19; Párrafo 6-7) (Parte 4)
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Romanos 10:8-11 enfatiza la cercanía del mensaje del evangelio y la sencilla pero profunda respuesta de fe que Dios requiere para la salvación. Pablo explica que la palabra de fe está accesible, “cerca de ti, en tu boca y en tu corazón”, resaltando que no es un conocimiento inalcanzable. La salvación viene por la confesión con la boca de que Jesús es el Señor y la creencia en el corazón de que Dios lo resucitó de los muertos. Esta fe genuina resulta en justificación y la confesión en salvación. Finalmente, el apóstol afirma que “todo aquel que en él creyere, no será avergonzado”, mostrando la seguridad y confiabilidad de la promesa de Dios para quienes confían en Cristo.
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Romanos 10:4-7 enseña que Cristo es el fin de la ley para justicia a los que creen, mostrando que la salvación no depende de obras, sino de la fe. Pablo contrasta la justicia de la ley, que exige obediencia perfecta, con la justicia por la fe, que confía en la obra ya consumada de Cristo.
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En Romanos 10:1-3, Pablo expresa su profundo deseo de que los israelitas sean salvos. Reconoce que ellos tienen celo por Dios, pero es un celo mal dirigido, ya que desconocen la justicia de Dios y, en su lugar, buscan establecer su propia justicia. Al hacerlo, no se someten a la justicia que proviene de Dios, la cual es alcanzada por la fe en Cristo. Este pasaje subraya la diferencia entre la justicia basada en obras y la justicia que es por fe.
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Romanos 9:30-33 trata sobre la justicia de Dios y la diferencia entre cómo los gentiles y los judíos intentaron alcanzarla. Pablo explica que los gentiles, aunque no buscaban la justicia de Dios, la obtuvieron por medio de la fe. Por otro lado, los judíos, que perseguían una justicia basada en las obras de la ley, no la lograron alcanzar. Esto ocurrió porque tropezaron con “la piedra de tropiezo”, que es Cristo. Pablo señala que la verdadera justicia proviene de la fe en Cristo, no de cumplir la ley, cumpliendo así la profecía de que quienes confían en Él no serán avergonzados.
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En Romanos 9:24-29, Pablo enfatiza que la misericordia de Dios no está limitada al pueblo de Israel, sino que también incluye a los gentiles. Dios, en su soberana elección, llama a su pueblo tanto de entre los judíos como de los gentiles. Pablo apoya esta verdad citando a Oseas, mostrando que aquellos que no eran considerados su pueblo ahora son llamados “hijos del Dios viviente”. También menciona a Isaías, destacando que solo un remanente de Israel será salvo, lo cual enfatiza que la salvación depende de la gracia y el propósito divino, no de la ascendencia o el mérito humano.
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El capítulo 18 de la Confesión de Londres de 1689 aborda la seguridad de la salvación, afirmando que los creyentes verdaderos pueden tener certeza infalible de su estado de gracia y salvación eterna. Esta seguridad no proviene de revelaciones especiales, sino del testimonio del Espíritu Santo, la evidencia de la fe genuina y el fruto de la obediencia. Aunque los creyentes pueden experimentar dudas temporales, su salvación está firmemente asegurada en Cristo.
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Romanos 9:19-23 enfatiza la soberanía de Dios como el alfarero que moldea a Su creación según Su propósito. Pablo destaca Su derecho de mostrar justicia y misericordia, revelando Su gloria tanto en los vasos de ira como en los de gloria, llamando a la sumisión ante Su voluntad divina.
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En Romanos 9:14-18, el apóstol Pablo aborda la soberanía de Dios en la elección, enfatizando que Dios no es injusto en su actuar, pues su misericordia y compasión dependen únicamente de su voluntad, no de los méritos humanos. Pablo cita el caso de Moisés, donde Dios muestra su gracia, y el de Faraón, a quien endureció para manifestar su poder y glorificar su nombre. El pasaje magnifica que Dios tiene el derecho de actuar según su propósito, otorgando misericordia o endurecimiento conforme a su voluntad divina. Esto demuestra su justicia soberana y su autoridad absoluta sobre la humanidad.
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En Romanos 9:17-18, Pablo cita el ejemplo del faraón para ilustrar la soberanía de Dios en su elección. Explica que Dios puede usar tanto la obediencia como la obstinación humana para cumplir sus propósitos. En estos versículos, se destaca que Dios muestra misericordia a quien quiere y endurece a quien quiere, enfatizando su autoridad suprema en la redención y el juicio, sin que esto comprometa su justicia.
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Este mensaje explora el significado profundo de la Navidad desde una perspectiva teológica, enfocándose en la natividad de Jesús como la “teología de la vulnerabilidad”.
Se reflexiona sobre cómo Cristo, siendo Dios, eligió despojarse de Su gloria (kenosis) para asumir nuestra condición humana.
El nacimiento en un humilde pesebre simboliza Su identificación con los más débiles y marginados, demostrando Su cercanía y amor incondicional.
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El capítulo 17 de la Confesión Bautista de Fe de 1689 trata sobre la perseverancia de los santos y afirma que aquellos que han sido elegidos por Dios y unidos a Cristo a través de la fe nunca perderán su salvación. Esto no depende de sus propias fuerzas, sino de la inmutable elección de Dios, la eficacia del sacrificio e intercesión de Cristo, y la obra continua del Espíritu Santo. Aunque los creyentes pueden caer en pecados temporales, su seguridad eterna está garantizada porque Dios los preserva y les concede perseverar hasta el fin.
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La idea central de Romanos 9:15-16 es que la misericordia y la elección de Dios dependen únicamente de Su voluntad soberana, no del esfuerzo ni del deseo humano.
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El capítulo 16 de la Confesión Bautista de Fe de 1689 enseña que las buenas obras son aquellas ordenadas por Dios en Su Palabra. Son fruto de la regeneración, no el medio para la salvación. Los creyentes las realizan por la gracia de Dios, mostrando su fe y gratitud. Aunque no son perfectas ni meritorias, glorifican a Dios y benefician al prójimo. Confiar en ellas para la salvación es un error, pero también lo es despreciarlas.
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Romanos 9:14 aborda la cuestión de la justicia divina. Pablo pregunta: ”¿Hay injusticia en Dios?” y responde con firmeza: “De ninguna manera.” Esto subraya que Dios actúa soberanamente según su propósito, mostrando misericordia o endureciendo corazones conforme a su voluntad perfecta y justa.
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