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  • Antología de nueve novelas cortas de Pedro Antonio de Alarcón.

    Parte I

    La Buenaventura, pt. 1

    La Buenaventura, pt. 2

    La Buenaventura, pt. 3

    La Corneta de Llaves, pt. 1

    La Corneta de Llaves, pt. 2

    Las Dos Glorias

    El Afrancesado

    Parte II

    Viva el Papa!, pt. 1

    Viva el Papa!, pt. 2

    El Extranjero

    El Llibro Talonario

    Parte III

    Moros y Cristianos, pt. 1

    Moros y Cristianos, pt. 2

    Moros y Cristianos, pt. 3

    El Año en Spitzberg, pt. 1

    El Año en Spitzberg, pt. 2



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  • Antología de nueve novelas cortas de Pedro Antonio de Alarcón.

    Parte I

    La Buenaventura, pt. 1

    La Buenaventura, pt. 2

    La Buenaventura, pt. 3

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    Parte II

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  • Antología de nueve novelas cortas de Pedro Antonio de Alarcón.

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  • La Isla del Tesoro es una narración llana, un romance fácil, un cuento sabroso con un niño por héroe, y que, á pesar de sus peripecias dramáticas y conmovedoras, conserva en todo el discurso del libro una pureza y una sencillez tales que no habrá hogar, por mucha severidad que impere en él, del cual pueda desterrársele con razón.

    Stevenson se propuso, además, describir con esa difícil facilidad que parece ser un secreto suyo, esas escenas y aventuras marinas en que el lector percibe, desprendiéndose de la sencilla narración, ya el olor acre de las brisas de la playa, ya el rumor de la pleamar deshaciéndose contra las rocas, ya el eco monótono de los cantos de marineros y grumetes empeñados en la maniobra.

    La fábula es sencilla pero perfectamente verosímil; con sólo que se recuerden los horrores que realizaron en los mares que dividen el Antiguo del Nuevo Continente aquellas hordas de piratas ingleses que tantas veces abordaron las naos de Nueva España y del Perú, se comprende la posibilidad de ese feroz Capitán Flint que, tras de adquirir un tesoro por la rapiña y la audacia, lo esconde en el corazón de una isla desierta para excitar con él, á su muerte, la avaricia y la sed de oro de sus mismos cómplices.

    Traducido por Manuel Caballero.



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  • La Isla del Tesoro es una narración llana, un romance fácil, un cuento sabroso con un niño por héroe, y que, á pesar de sus peripecias dramáticas y conmovedoras, conserva en todo el discurso del libro una pureza y una sencillez tales que no habrá hogar, por mucha severidad que impere en él, del cual pueda desterrársele con razón.

    Stevenson se propuso, además, describir con esa difícil facilidad que parece ser un secreto suyo, esas escenas y aventuras marinas en que el lector percibe, desprendiéndose de la sencilla narración, ya el olor acre de las brisas de la playa, ya el rumor de la pleamar deshaciéndose contra las rocas, ya el eco monótono de los cantos de marineros y grumetes empeñados en la maniobra.

    La fábula es sencilla pero perfectamente verosímil; con sólo que se recuerden los horrores que realizaron en los mares que dividen el Antiguo del Nuevo Continente aquellas hordas de piratas ingleses que tantas veces abordaron las naos de Nueva España y del Perú, se comprende la posibilidad de ese feroz Capitán Flint que, tras de adquirir un tesoro por la rapiña y la audacia, lo esconde en el corazón de una isla desierta para excitar con él, á su muerte, la avaricia y la sed de oro de sus mismos cómplices.

    Traducido por Manuel Caballero.



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  • La Isla del Tesoro es una narración llana, un romance fácil, un cuento sabroso con un niño por héroe, y que, á pesar de sus peripecias dramáticas y conmovedoras, conserva en todo el discurso del libro una pureza y una sencillez tales que no habrá hogar, por mucha severidad que impere en él, del cual pueda desterrársele con razón.

    Stevenson se propuso, además, describir con esa difícil facilidad que parece ser un secreto suyo, esas escenas y aventuras marinas en que el lector percibe, desprendiéndose de la sencilla narración, ya el olor acre de las brisas de la playa, ya el rumor de la pleamar deshaciéndose contra las rocas, ya el eco monótono de los cantos de marineros y grumetes empeñados en la maniobra.

    La fábula es sencilla pero perfectamente verosímil; con sólo que se recuerden los horrores que realizaron en los mares que dividen el Antiguo del Nuevo Continente aquellas hordas de piratas ingleses que tantas veces abordaron las naos de Nueva España y del Perú, se comprende la posibilidad de ese feroz Capitán Flint que, tras de adquirir un tesoro por la rapiña y la audacia, lo esconde en el corazón de una isla desierta para excitar con él, á su muerte, la avaricia y la sed de oro de sus mismos cómplices.

    Traducido por Manuel Caballero.



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  • La Isla del Tesoro es una narración llana, un romance fácil, un cuento sabroso con un niño por héroe, y que, á pesar de sus peripecias dramáticas y conmovedoras, conserva en todo el discurso del libro una pureza y una sencillez tales que no habrá hogar, por mucha severidad que impere en él, del cual pueda desterrársele con razón.

    Stevenson se propuso, además, describir con esa difícil facilidad que parece ser un secreto suyo, esas escenas y aventuras marinas en que el lector percibe, desprendiéndose de la sencilla narración, ya el olor acre de las brisas de la playa, ya el rumor de la pleamar deshaciéndose contra las rocas, ya el eco monótono de los cantos de marineros y grumetes empeñados en la maniobra.

    La fábula es sencilla pero perfectamente verosímil; con sólo que se recuerden los horrores que realizaron en los mares que dividen el Antiguo del Nuevo Continente aquellas hordas de piratas ingleses que tantas veces abordaron las naos de Nueva España y del Perú, se comprende la posibilidad de ese feroz Capitán Flint que, tras de adquirir un tesoro por la rapiña y la audacia, lo esconde en el corazón de una isla desierta para excitar con él, á su muerte, la avaricia y la sed de oro de sus mismos cómplices.

    Traducido por Manuel Caballero.



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    Stevenson se propuso, además, describir con esa difícil facilidad que parece ser un secreto suyo, esas escenas y aventuras marinas en que el lector percibe, desprendiéndose de la sencilla narración, ya el olor acre de las brisas de la playa, ya el rumor de la pleamar deshaciéndose contra las rocas, ya el eco monótono de los cantos de marineros y grumetes empeñados en la maniobra.

    La fábula es sencilla pero perfectamente verosímil; con sólo que se recuerden los horrores que realizaron en los mares que dividen el Antiguo del Nuevo Continente aquellas hordas de piratas ingleses que tantas veces abordaron las naos de Nueva España y del Perú, se comprende la posibilidad de ese feroz Capitán Flint que, tras de adquirir un tesoro por la rapiña y la audacia, lo esconde en el corazón de una isla desierta para excitar con él, á su muerte, la avaricia y la sed de oro de sus mismos cómplices.

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    Stevenson se propuso, además, describir con esa difícil facilidad que parece ser un secreto suyo, esas escenas y aventuras marinas en que el lector percibe, desprendiéndose de la sencilla narración, ya el olor acre de las brisas de la playa, ya el rumor de la pleamar deshaciéndose contra las rocas, ya el eco monótono de los cantos de marineros y grumetes empeñados en la maniobra.

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    Stevenson se propuso, además, describir con esa difícil facilidad que parece ser un secreto suyo, esas escenas y aventuras marinas en que el lector percibe, desprendiéndose de la sencilla narración, ya el olor acre de las brisas de la playa, ya el rumor de la pleamar deshaciéndose contra las rocas, ya el eco monótono de los cantos de marineros y grumetes empeñados en la maniobra.

    La fábula es sencilla pero perfectamente verosímil; con sólo que se recuerden los horrores que realizaron en los mares que dividen el Antiguo del Nuevo Continente aquellas hordas de piratas ingleses que tantas veces abordaron las naos de Nueva España y del Perú, se comprende la posibilidad de ese feroz Capitán Flint que, tras de adquirir un tesoro por la rapiña y la audacia, lo esconde en el corazón de una isla desierta para excitar con él, á su muerte, la avaricia y la sed de oro de sus mismos cómplices.

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    Stevenson se propuso, además, describir con esa difícil facilidad que parece ser un secreto suyo, esas escenas y aventuras marinas en que el lector percibe, desprendiéndose de la sencilla narración, ya el olor acre de las brisas de la playa, ya el rumor de la pleamar deshaciéndose contra las rocas, ya el eco monótono de los cantos de marineros y grumetes empeñados en la maniobra.

    La fábula es sencilla pero perfectamente verosímil; con sólo que se recuerden los horrores que realizaron en los mares que dividen el Antiguo del Nuevo Continente aquellas hordas de piratas ingleses que tantas veces abordaron las naos de Nueva España y del Perú, se comprende la posibilidad de ese feroz Capitán Flint que, tras de adquirir un tesoro por la rapiña y la audacia, lo esconde en el corazón de una isla desierta para excitar con él, á su muerte, la avaricia y la sed de oro de sus mismos cómplices.

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  • A la mitad del viaje de nuestra vida, me encontré en una selva oscura por haberme apartado del camino recto. ¡Ah! ¡Cuan penoso me sería decir lo salvaje, áspera y espesa que era esta selva, cuyo recuerdo renueva mi temor! Era tan triste que la muerte no lo es tanto. Pero para hablar del bien que alli encontré, revelaré las demás cosas que he visto... (del Canto primero del infierno).

    Manuel Aranda y Sanjuan (1845-1900) ha sido un prolífico traductor de obras técnicas, pero también literarias. Entre estas últimas se cuentan Orlando furioso, de Lodovico Ariosto, y La comedia humana, de Honoré de Balzac. Su traducción en prosa de la Divina Comedia de Dante ha sido durante decenios "la traducción" por antonomasia en lengua española.

    Traducido por Manuel Aranda y Sanjuan.



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  • A la mitad del viaje de nuestra vida, me encontré en una selva oscura por haberme apartado del camino recto. ¡Ah! ¡Cuan penoso me sería decir lo salvaje, áspera y espesa que era esta selva, cuyo recuerdo renueva mi temor! Era tan triste que la muerte no lo es tanto. Pero para hablar del bien que alli encontré, revelaré las demás cosas que he visto... (del Canto primero del infierno).

    Manuel Aranda y Sanjuan (1845-1900) ha sido un prolífico traductor de obras técnicas, pero también literarias. Entre estas últimas se cuentan Orlando furioso, de Lodovico Ariosto, y La comedia humana, de Honoré de Balzac. Su traducción en prosa de la Divina Comedia de Dante ha sido durante decenios "la traducción" por antonomasia en lengua española.

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  • A la mitad del viaje de nuestra vida, me encontré en una selva oscura por haberme apartado del camino recto. ¡Ah! ¡Cuan penoso me sería decir lo salvaje, áspera y espesa que era esta selva, cuyo recuerdo renueva mi temor! Era tan triste que la muerte no lo es tanto. Pero para hablar del bien que alli encontré, revelaré las demás cosas que he visto... (del Canto primero del infierno).

    Manuel Aranda y Sanjuan (1845-1900) ha sido un prolífico traductor de obras técnicas, pero también literarias. Entre estas últimas se cuentan Orlando furioso, de Lodovico Ariosto, y La comedia humana, de Honoré de Balzac. Su traducción en prosa de la Divina Comedia de Dante ha sido durante decenios "la traducción" por antonomasia en lengua española.

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    Manuel Aranda y Sanjuan (1845-1900) ha sido un prolífico traductor de obras técnicas, pero también literarias. Entre estas últimas se cuentan Orlando furioso, de Lodovico Ariosto, y La comedia humana, de Honoré de Balzac. Su traducción en prosa de la Divina Comedia de Dante ha sido durante decenios "la traducción" por antonomasia en lengua española.

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  • A la mitad del viaje de nuestra vida, me encontré en una selva oscura por haberme apartado del camino recto. ¡Ah! ¡Cuan penoso me sería decir lo salvaje, áspera y espesa que era esta selva, cuyo recuerdo renueva mi temor! Era tan triste que la muerte no lo es tanto. Pero para hablar del bien que alli encontré, revelaré las demás cosas que he visto... (del Canto primero del infierno).

    Manuel Aranda y Sanjuan (1845-1900) ha sido un prolífico traductor de obras técnicas, pero también literarias. Entre estas últimas se cuentan Orlando furioso, de Lodovico Ariosto, y La comedia humana, de Honoré de Balzac. Su traducción en prosa de la Divina Comedia de Dante ha sido durante decenios "la traducción" por antonomasia en lengua española.

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    Manuel Aranda y Sanjuan (1845-1900) ha sido un prolífico traductor de obras técnicas, pero también literarias. Entre estas últimas se cuentan Orlando furioso, de Lodovico Ariosto, y La comedia humana, de Honoré de Balzac. Su traducción en prosa de la Divina Comedia de Dante ha sido durante decenios "la traducción" por antonomasia en lengua española.

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    Manuel Aranda y Sanjuan (1845-1900) ha sido un prolífico traductor de obras técnicas, pero también literarias. Entre estas últimas se cuentan Orlando furioso, de Lodovico Ariosto, y La comedia humana, de Honoré de Balzac. Su traducción en prosa de la Divina Comedia de Dante ha sido durante decenios "la traducción" por antonomasia en lengua española.

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