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  • Antifa es una teoría política que sostiene que la lucha contra el fascismo debe ser a través de la acción directa.

    La lucha antifascista se ha manifestado de distintas formas de acuerdo al contexto, las características y las necesidades de cada región. Es fácilmente asociable al anarquismo y al comunismo pero lejos de agotarse allí, a lo largo de su historia ha sabido absorber e incorporar múltiples prácticas y perspectivas de otras reivindicaciones que emergieron de la sociedad civil.

    Una agrupación Antifa puede ser efímera con objetivos de corto plazo muy específicos, o puede proyectarse en el tiempo durante años. Puede ser una articulación entre una pequeña comunidad o una colaboración entre personas de distintos territorios.

    El punk, en sentido amplio es un género musical muy vinculado a la acción directa y es habitual encontrar mensajes antiautoritarios en sus letras. Paradójicamente, en algunos momentos de la historia, ciertas agitaciones políticas lo han encontrado siendo funcional al fascismo, como es el caso de los skinheads  devenidos en nazis.

    Otros estilos musicales, como el Oi! o el Rock Proletario también han levantado la bandera antifascista expresando combativos mensajes contra la homofobia, el racismo, la xenofobia y el sexismo.

    Actualmente la esencia Antifa en la música ha trascendido esa asociación tan estrecha con el punk y se pueden encontrar bandas de hip hop, ska, y hasta pop antifascista.

    Unas veces por desconocimiento, otras veces por tergiversación, la autodefensa cae en un estereotipo de acción violenta sin motivo alguno. Es común que los medios de comunicación se refieran a Antifa como a un grupo de personas agresivas e intransigentes, esto sucede por considerar el uso de la violencia física como una vía válida de defensa en caso de ser violentados. Este limbo de indefinición entre la autodefensa y la violencia injustificada, perpetúa un estigma sobre la acción directa que alimenta tensiones entre los propios militantes a la hora de tomar el espacio público.

    La música siempre nos puede dar algunas pistas en el recorrido histórico de un movimiento, en esta edición de Alguien tendrá la culpa intentamos compilar algunas obras que pueden servir de referencia para quienes quieran profundizar más, tanto en la memoria de Antifa como en los nichos musicales que lo abrazaron.


  • Cuando hablamos de patronal discográfica nos referimos  específicamente a tres grandes sellos que al día de hoy concentran la  mayoría del repertorio musical a nivel mundial: Warner Music Group, Sony Music y Universal Music Group.

    Escuchar historias de bandas que se pelean con sus managers, rompen  acuerdos con sellos discográficos, suspenden shows y se rebelan contra  sus propios jefes es divertido, aunque no siempre cierto. Existen varias  polémicas de artistas que en algún momento fueron considerados  antisistema que en realidad fueron orquestadas por sus propios  departamentos de marketing, publicidad y promoción.

    Como en el caso de cualquier trabajador, la firma de un contrato con  una empresa limita su autonomía y acota su libertad de acción, más en un  sector como el musical, que nunca se caracterizó por tener una unión de  trabajadores organizados para luchar por sus derechos laborales, muchas  veces pisoteados por cláusulas leoninas y por la audacia de empresarios  y productores que viven de aprovecharse del desconocimiento que los  artistas tienen de los aspectos jurídicos de su trabajo.

    Justo es decir que muchas de estas lógicas de subordinación y  explotación laboral no son monopolio exclusivo de las grandes compañías,  ya que también han sido implementadas por sellos discográficos de menor  magnitud a lo largo de la historia.

    Podés escuchar completas todas las canciones que han sonado en Alguien tendrá la culpa en esta lista de Spotify

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  • Una columna sobre Trap en la que no escuchamos Trap  parece un sinsentido, pero a veces es necesario desandar los caminos  musicales de un género para comprender cuáles son los elementos que lo  definen. El recorrido musical de hoy, pretende ser una muestra  retrospectiva de algunos gestos musicales del Hip Hop de  Atlanta (Estados Unidos) de mediados de los 90’s que se transformaron en  sellos distintivos de lo que hoy en día conocemos como música Trap: la base rítmica, la manera de rapear en sílabas y tresillos, y el exagerado uso del autotune (afinador artificial para voces).

    El repentino estallido de artistas trap provenientes de Estados  Unidos tuvo especial recepción en países centroamericanos como Panamá y  Puerto Rico, en donde se fusionó con el dembow (ritmo característico del  reguetón) y devino en lo que con límites muy difusos catalogamos como Trap latino.

    Lo cierto es que el Trap, lejos de su origen en Atlanta, se  ha convertido en una estética más que en un género. Algo de lo que que  la industria discográfica ha sabido sacar buen rédito generando  artistas/productos en serie bastante similares entre sí, impulsando una  moda los principales consumidores: los jóvenes y adolescentes.

    Las canciones que sonaron en esta edición de Alguien tendrá la culpa se pueden escuchar en esta playlist de Spotify.

  • Desde hace varias décadas las identidades trans vienen narrando su  propia historia en el mundo de la música y el arte en general. A fuerza  de años de lucha y disputa política, la comunidad LGBTI+ es la única  responsable de que el mundo cis haya normalizado la aparición de otras  identidades en la industria del entretenimiento. 

    Si bien su representación en series y películas, en festivales de  música, o en catálogos de galerías de arte sigue siendo minúscula, las  identidades transgénero han ganado cierta visibilidad en los últimos  años.

    En Uruguay, los eventos enmarcados en la campaña por la Ley Integral  para Personas Trans, realizados en 2018, nos mostraron algunos artistas  uruguayos muy interesantes, como el músico Benjamín Runco. Por otro lado, la realización de la Semana de Arte Trans se ha impuesto en la agenda cultural local acercándonos excelentes artistas locales e internacionales.

    En la cuarta entrega de  “Alguien tendrá la culpa”, el viaje musical  estará signado por las historias de compositores e intérpretes musicales  que han hecho la transición durante su carrera, es decir, en medio de  una gran exposición pública.

    Algunes artistas han optado por tratar en segundo plano y con  discreción todo aquello vinculado a su identidad de género, otres han  utilizado su propia transición como motor creativo para dejar plasmado  musicalmente este trayecto identitario. En otros casos, ser hombre o  mujer trans, es el motivo central de la producción artística y por  consecuencia, su obra emerge como un manifiesto político reivindicativo y  de resistencia.

    Todas las canciones que sonaron en este podcast se pueden escuchar en esta playlist de Spotify

  • El Partido de las Panteras Negras representa la  institucionalización de un efervescente movimiento político en la década  de 1960 que tuvo como principal cometido terminar con el racismo y la  segregación racial. Fundado en Estados Unidos en 1966 por los activistas  Huey Newton y Bobby Seale, nace como reacción a la brutalidad policial a  la que estaba sistemáticamente sometida la población afroamericana.

    El surgimiento de las Panteras Negras coincide con la explosión de la  música soul, género que más tarde evolucionaría en uno de los ritmos  más característicos e identitarios de la música negra: el funk.

    En la tercera edición de Alguien Tendrá la Culpa, al ritmo del soul y  del funk, nos adentrarnos en la historia de uno de los movimientos  políticos más importantes del siglo XX, que dio a conocer las  necesidades, la historia y las reivindicaciones de la comunidad negra a  nivel global.

    Escuchá la música que seleccionamos para este podcast en esta playlist de Spotify.

  • La propiedad intelectual por lo general se nos presenta como un  asunto complejo e intrincado de analizar. Monopolizar bienes intangibles  mediante un cerco legal, prohibiendo y sancionando cualquier  utilización indebida de los mismos, no suena fácil, es cierto.

    El derecho de autor para la mayoría de las personas es “algo que hay  que pagar” (en el caso de los usuarios) o “algo que hay que ir a cobrar”  (en el caso de los autores).

    Esta concepción meramente mercantil de cómo funciona el arte en  general, se lleva por delante una diversidad de situaciones en donde  resulta insuficiente pensar en propietarios e inquilinos, como si se  tratara de una casa.

    La música es una construcción colectiva. Reutilizamos elementos y  estructuras que ya existían, nos inspiramos e intentamos tocar  dialogando con otras obras, con otros artistas. Transformamos lo que ya  conocemos, heredamos mitos, creencias, costumbres, búsquedas y formas de  sentir y expresarnos.

    El sistema autoral se basa en la originalidad, un concepto incapaz de  reconocer las dinámicas y los procesos mediante los que se produce la  cultura. 

    En esta segunda edición de “Alguien tendrá la culpa”, vamos a  analizar distintos conceptos de autoría en la historia de la música.  Coplas anónimas que se cuelan en el cancionero popular, estructuras  rítmicas y melódicas de las que nadie podría apropiarse, collage de  sonidos que generan nuevos lenguajes y fundan géneros, el copyright del  silencio y el acervo cultural común de la humanidad, son algunos de los  ejes que nos guiarán a lo largo de esta columna.

    Escuchá la música que seleccionamos para este podcast en esta playlist de Spotify.

  • Participación de las mujeres en la industria musical

    Llamamos industria musical a aquella que lleva a la música desde el primer eslabón de la cadena de producción hasta el consumidor final. Dentro de ella, la industria discográfica se mantiene hace décadas como la más importante y de mayor influencia e impacto económico a nivel global.

    Desde una perspectiva de género, no debería extrañarnos que las dinámicas en la industria musical sean un reflejo de la inequidad de la sociedad en general. Cuando analizamos sus datos y su funcionamiento es muy fácil confirmar que como toda la industria del entretenimiento, no ha escapado de las lógicas patriarcales y por tanto, las mujeres se vean subrepresentadas y en situaciones dispares.

    En la primera edición de la columna semanal “Alguien tendrá la culpa”, Salvador García nos invita a hacer un recorrido por el mundo y analizar algunos datos que dan cuenta del desbalance en materia de género que existe hoy en la industria de la música.

    También conoceremos algunos colectivos y plataformas de mujeres vinculadas a la música que se plantean tanto exponer el sexismo en cifras, como promover acciones y posibles soluciones para revertir esta situación.

    Canciones que sonaron en esta columna:

    "Alguien tendrá la culpa" de Christina Rosenvinge - Lo Nuestro (2015)

    “Clouds” de Lucía Caruso - Throw My Windows (2013)

    “Break the Rules” de Charli XCX - SUCKER (2014)

    “Keep Going” de Ema Remedi (The Tellurian Experience) - Alternate Universe (2019)

    "Mi vida, mi cuerpo, mi decisión" de Mare Advertencia Lírika - Experimental Prole (2014)

    "Juego con fuego" de Alfonsina - Pactos (2017)