Avsnitt
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Las redes sociales, en potencia, pueden ayudar a suplir o llenar, lo que vulgarmente algunos denominan “vacío existencial” en las personas, pero si la respuesta tentativa es cierta, lo llenan mal. La hipótesis, es que éstas, generan a largo plazo la necesidad de que cierta cantidad de actividades de la vida cotidiana deba ser aprobada en intervalos por terceros; se desaprende, quizá, la capacidad de percibir satisfacción al disfrutar de las cosas en solitario o de interacciones más completas en situaciones distintas a lo digital. Los eventos de la vida del individuo, llegarían a perder valor mientras no se cumpla la condición necesaria y suficiente de que el otro lo advierta y ofrezca su aprobación al respecto, a modo de una especie de “refuerzo positivo” constante e intenso. Pero no necesariamente se refuerzan buenos, se corre el riesgo de reforzar obsesiones, rumiaciones cognitivas o pensamientos repetitivos y a veces intolerables acerca de lo que pueda suceder si X o Y cosa pasa o no en el entorno de la red social, (la compulsión refuerza la obsesión) y las publicaciones constantes se convierten en compulsiones, en rituales o comportamientos repetitivos con sus particularidades, cuyas consecuencias por la aprobación e interacción pueden generar un bienestar paulatino y efímero, que asimismo empeoraría las rumiaciones; puede que las redes favorezcan por sus dinámicas internas, esta serie de “síntomas” o condiciones, pero que el usuario ni siquiera lo advierta, pues normaliza ese estado y se habitúa a ello.
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