Avsnitt
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Necesitamos aprender a meditar antes de hablar, determinar si es el momento oportuno o si el silencio es la mejor respuesta.
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Para un joven es una experiencia alentadora predicar al pueblo de Dios y escuchar por primera vez un «Amén» como respuesta.
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Un «no» a tiempo puede significar que nuestra vida empiece a ganar fuerza de nuevo, pues se redistribuirán mejor los esfuerzos.
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Enfocar nuestra identidad cristiana a través de tres lentes —santo, pecador y sufriente— nos da una imagen más clara y completa de quiénes somos.
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Esperar en el Señor es uno de los aspectos más potencialmente santificadores (y necesarios) de la vida cristiana.
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Saber que Jesús reina debe llenarnos de gozo porque Él no solo gobierna nuestras vidas, Él reina sobre el mundo entero y lo hace para Su gloria y nuestro bien.
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Que cada relación con los jóvenes a quienes discipules sea un pequeño taller, basado en el amor de Dios, donde el Señor esté obrando.
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Si somos honestos, los líderes de la iglesia debemos admitir que somos propensos a ciertos «pecados respetables» en el ministerio.
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Una iglesia bíblica es una iglesia de líderes bíblicos y esto no se logra de forma casual, sino que es el resultado de una práctica intencional.
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Nuestros planes son inciertos, pero el amor de Cristo y Sus planes perfectos vertidos en Su evangelio no carecen de propósito y certeza.
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Aunque hay muchas armas espirituales para combatir la tentación, Pablo nombra una que parece inesperada: ser agradecidos.
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Recuerda que el ministerio juvenil existe porque la iglesia local existe, y no al revés.
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La salvación es más que una combinación perfecta de palabras bien seleccionadas que una persona debe repetir; es una obra soberana de Dios.
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Tenemos todo lo que necesitamos para ser capaces de aprovechar nuestras neuronas, para la gloria de Dios y para el bien de Su pueblo. No nos conformemos con menos.
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No debemos intentar separar la fidelidad del ser fructíferos. Ambos aspectos van de la mano.
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Lo que más necesitan nuestros hijos es a Cristo; Él es el mayor regalo. No obstante, como padres podemos darles el regalo precioso de ayudarlos a no ser esclavos de la pornografía.
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Dios nos da incentivos en Su Palabra para levantarnos e ir a adorar con nuestra iglesia local.
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Tener hijos es un regalo del Señor, pero, como nuestra tendencia humana caída prescribe, solemos tomar los buenos regalos de Dios y volverlos ídolos en nuestro corazón.
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El ministerio cristiano es debilitado, y pronto totalmente corrompido y arruinado, cuando el ministerio se convierte en lo primero y más importante en el alma.
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