Avsnitt

  • Lee Colosenses 3:1–17

    El tiempo es una realidad incómoda, ¿no es así? Al igual que la ropa holgada o apretada, el tiempo rara vez parece encajar bien. A veces le rogamos que acelere. Queremos apresurarnos hacia un acontecimiento anhelado o una nueva etapa de la vida. A veces queremos que termine una prueba prolongada. Otras veces lloramos para que el tiempo se detenga y podamos simplemente pausar y disfrutar.

    Durante siglos, filósofos y teólogos han argumentado que nos sentimos incómodos con el tiempo porque no fuimos creados para estar atrapados en él. Nuestros corazones fueron hechos para más.

    A lo largo de Su ministerio, Jesús prometió vida eterna a Sus seguidores: los discípulos (Juan 14:1–3), la multitud en el templo (Juan 5:24), el ladrón en la cruz (Lucas 23:43). Quizás Su conversación más famosa sobre la eternidad ocurrió con Nicodemo en Juan capítulo 3. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3:16 RVA).

    El apóstol Pablo también escribió repetidamente acerca de lo eterno. Animó a los corintios a no desanimarse “Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación” (2 Corintios 4:16–17 LBLA). Con los filipenses, compartió su propia esperanza eterna: “Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia... Deseo partir y estar con Cristo, que es muchísimo mejor (Filipenses 1:21, 23b).

    En Colosenses 3, Pablo le dice a la iglesia en Colosas que pongan sus corazones y mentes—sus deseos y pensamientos—en las “cosas de arriba” (vv. 1–2). Pueden hacer esto en respuesta a la obra pasada, presente y futura de Cristo mismo (vv. 1–4).

    Este enfoque eterno orientaría su vida diaria. Los impulsaría a renunciar a todo tipo de pecado (vv. 5–10). Y los vestiría de compasión, humildad, perdón y amor (vv. 12–14).

    ¿Con qué frecuencia consideras la eternidad? ¿Cómo puedes cultivar una perspectiva más eterna en tu día a día?

    Ora con nosotros

    Dios eterno y fuerte, guía nuestros corazones, nuestros deseos y pensamientos. Lleva nuestra mente a “las cosas de arriba” (Colosenses 3:2), para que podamos decir como el apóstol Pablo: “Porque para mí el vivir es Cristo” (Filipenses 1:21).

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  • Lee 1 Juan 4:7–21

    Quizás el mayor anhelo del corazón humano sea ser amado: ser apreciado, cuidado y admirado. Al reflexionar este mes sobre las muchas maneras en que expresamos nuestro amor por Dios, hoy nos centramos en la verdad fundamental de que Él nos amó primero.

    El amor es un tema central en el libro de 1 Juan. Es una carta pastoral, escrita por el apóstol Juan a las iglesias bajo su liderazgo. Su cariño hacia ellos es evidente ya que muchas veces los llama “amados”. Estos creyentes son amados por Juan. También por Dios.

    En realidad, el pasaje de hoy comienza con una exhortación a los destinatarios a amarse unos a otros: el segundo mandamiento más importante. Los comentaristas creen que algún conflicto importante estaba desgarrando a la iglesia, y Juan estaba escribiendo para abordar esto. De ahí su repetido llamado a que se amen unos a otros.

    Pero Juan no espera que ellos produzcan este amor con sus propias fuerzas. En cambio, les dice que su amor se origina en Dios mismo, que es amor. Juan no describe que Dios es “amoroso”. Dios no solo hace cosas amorosas. Él es amor. El amor es la esencia de Su ser, la característica que lo define.

    Luego, Juan respalda esa verdad con la evidencia más convincente. Dios “mostró” Su amor magnifico cuando envió a Jesús al mundo. La palabra griega para “mostrar” (RVA) significa revelar con claridad y detalle. La prueba clara, detallada y principal del amor de Dios por nosotros es Jesús: el “sacrificio expiatorio por nuestros pecados” (v. 10). Jesús es la muestra de amor más extravagante de Dios.

    El segundo ejemplo que presenta Juan del amor de Dios es el Espíritu Santo (v. 13). El tercero es nuestra confianza eterna (v. 17) y nuestra capacidad de vivir sin miedo (v. 18).

    “Amamos porque él nos amó primero” (v. 19). Podemos amarlo y amar a los demás sólo gracias a Él.

    ¿Cómo sabes que Dios te ama? ¿Cómo te permite Su amor amar a otros?

    Ora con nosotros

    “Oh amor que no me dejarás ir, en ti descanso mi alma agobiada. Te devuelvo la vida que debo, para que en las profundidades de tu océano su flujo sea más rico, más profundos”. (George Matheson, 1882)

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  • Lee Marcos 5:21–43

    Cuando Jesús caminó sobre la tierra, sanó a muchas personas de enfermedades. Incluso resucitó a algunos de entre los muertos. Estos milagros demostraron Su deidad y Su poder, así como Su amor por los heridos y perdidos. Pero los milagros de Jesús van mucho más allá de lo físico.

    En el pasaje de hoy, dos personas acuden a Jesús en busca de sanidad. El primero es Jairo, un funcionario de la sinagoga (v. 22). Un hombre de familia cómodo y respetado, cuya hija se estaba muriendo. Había oído hablar del poder de Jesús y lo persigue en su hora más desesperada. Jairo cae humildemente a los pies de Jesús frente a la multitud y le ruega ayuda. Jairo cree que Jesús puede sanar a su hija con sólo un toque de Sus manos (v. 23). Y Jesús honra su fe siguiendo a Jairo a casa (v. 24).

    Sin embargo, una segunda persona interrumpe esta misión: una mujer que lleva doce largos años sangrando. Está destituida, sola y socialmente rechazada (vv. 25–26). Por miedo a la confrontación, se escabulle entre la multitud para poner su mano en Su manto. Y cuando lo hace, inmediatamente sana (v. 29).

    Sintiendo el milagroso cambio en su cuerpo, intenta escabullirse desapercibida. Pero Jesús tiene más por hacer. La sanidad que Él tiene para ella no es solo física, por eso Jesús busca entre la multitud hasta encontrarla. Ella está temblando en el suelo a Sus pies, pero habla y le cuenta su historia, “en presencia de todo el pueblo” (Lucas 8:47).

    Entonces Jesús la llama “hija” (v. 34). Él cambia su identidad con una simple palabra. Y Él afirma su fe (v. 34).

    La sanidad de Jesús es total. Le devuelve su voz. La devuelve a la comunidad. Y Él le concede libertad y paz (v. 34).

    Dios nos ama al brindarnos un poder transformador tan completo. Lo amamos cuando acudimos a Él con fe, nos humillamos y recibimos la sanidad total que Él tiene para ofrecer.

    ¿Cómo has experimentado el poder sanador de Jesús?

    Ora con nosotros

    Jesús, somos ese jefe de la sinagoga, somos esa mujer que vino a ti en busca de sanidad. Con todos los avances médicos modernos, todavía necesitamos Tu sanidad al igual que las personas que te vieron en persona.

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  • Lee Mateo 18:21–35

    Un estudio médico dice que los beneficios del perdón incluyen menos ansiedad, presión arterial más baja, un sistema inmunológico más fuerte y una mejor autoestima. Los beneficios espirituales son aún mayores: la comunión restaurada con Dios y con los demás.

    Conocemos Mateo 18 como el “capítulo de disciplina de la iglesia”. A menudo se hace referencia a los versículos 15–20 cuando un miembro del cuerpo tiene un conflicto con otro y requieren un proceso de reconciliación.

    Lo que se recuerda con menos frecuencia es el contexto que rodea esta instrucción. Este modelo de disciplina sigue la parábola de Jesús sobre las cien ovejas. En la historia se cuentan noventa y nueve ovejas, pero falta una. El pastor deja el rebaño y busca la descarriada (vv. 12–14): así de determinada es Su misericordia y Su amor.

    Siguiendo el modelo de disciplina de Jesús (vv. 15–20), Pedro hace una pregunta: “Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces?” (v. 21).

    En respuesta, Jesús cuenta otra historia sobre un rey que necesita ajustar sus cuentas. Su primer siervo le debe al rey diez mil monedas de oro, una cantidad astronómica. En la moneda actual, podrían ser miles de millones de dólares. La hipérbole señala que este sirviente nunca podría pagar. La única manera de conciliar la deuda es venderse a sí mismo y a su familia como esclavos, una práctica común en la época (v. 25).

    Pero el sirviente cae de rodillas y pide más tiempo para pagar. Es una petición poco realista. Más tiempo no ayudará. Sin embargo, el rey tiene compasión, cancela su deuda y lo deja ir (v. 27).

    Inmediatamente, el siervo encuentra a un compañero que le debe cien monedas de plata, una miseria en comparación. El primer sirviente agresivamente le exige pago al segundo, ignora sus gritos de paciencia y lo envía a prisión. Cuando el rey se entera de esto, se enfurece y envía al primer sirviente a prisión.

    Con esta historia, Jesús llama a Sus discípulos al perdón y la misericordia ilimitados, tal como se les ha concedido.

    ¿Cómo has experimentado el perdón de Dios? ¿Cómo has extendido ese mismo perdón a los demás?

    Ora con nosotros

    ¡El perdón es difícil, Señor! A veces parece imposible. Pero Tú nos dijiste que perdonáramos, y no sólo siete veces, sino setenta veces siete. ¡Eso es mucho! Danos valor, fuerza y humildad para perdonar.

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  • Lee Salmos 51:1–19

    La confesión es la admisión de la culpa, el reconocimiento del pecado. El arrepentimiento lleva la confesión un paso más allá. El arrepentimiento es pedir perdón y cambiar de dirección: alejarse del mal y correr hacia el bien. Tanto la confesión como el arrepentimiento son pasos críticos en el ciclo que mencionamos ayer.

    Salmos 51 es un modelo para la confesión y el arrepentimiento. En el canto de David, vemos un proceso integral que nosotros también podemos seguir mientras buscamos ser limpiados y restaurados.

    El salmo comienza con la súplica de David a Dios pidiendo perdón (vv. 1–2), apelando a la misericordia, la compasión y el amor del Señor. Como es común en la poesía y las canciones hebreas, se repite una idea similar, usando diferentes palabras. En conjunto, los tres verbos de David para “lavar”, sus tres sustantivos para “pecado” y sus tres reconocimientos del carácter de Dios comunican un clamor y una confianza total en el poder limpiador de Dios.

    En los versículos 3 al 6, David admite sus transgresiones. Es consciente de sus malas acciones y asume la responsabilidad de ellas. No hay excusas. Ninguna justificación. Sólo confesión. Ha pecado, no sólo contra otras personas, en este caso, Betsabé y Urías (2 Samuel 11–12). David ha pecado principalmente contra Dios. También reconoce que su pecado está arraigado en su propia naturaleza y ha estado presente en él desde su nacimiento (v. 5).

    En la siguiente sección, David le pide nuevamente al Señor que lo limpie y restaure su intimidad con Dios (vv. 7–12), que es la fuente del verdadero gozo y la fortaleza que lo sostiene.

    El Salmo termina con una proclamación pública. El arrepentimiento y la restitución de David no son solo para él. Como rey, se compromete a enseñar a otros este mismo camino de regreso a Dios. Y ora para que Sión prospere y Jerusalén sea reconstruida. En otras palabras, ora para que el pueblo de Dios recupere su posición correcta ante Él.

    ¿Tienes una rutina regular de confesión y arrepentimiento? ¿Qué te pide Dios que confieses ahora mismo?

    Ora con nosotros

    Junto con el salmista clamamos hoy a Ti: “¡Ten piedad de mí, oh Dios!”. Confesamos nuestros pecados y nos arrepentimos. Perdónanos, te lo pedimos, y devuélvenos el gozo de Tu salvación.

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  • Lee 1 Samuel 13:1–22

    Quizás estés familiarizado con el ciclo del pecado que vemos a lo largo de las Escrituras: anhelo, tentación, pecado, consecuencias, confesión, arrepentimiento, restauración. Luego, anhelo de nuevo. Una y otra vez, el pueblo de Dios sigue este patrón, tal como lo hacemos hoy.

    En el pasaje de hoy, el joven rey Saúl anhela hacerse un nombre. Ya ha derrotado a los amonitas en el este. Ahora quiere enfrentarse a los filisteos, uno de los mayores enemigos de Israel.

    Para ello, Saúl reconstruye su ejército hasta 3,000 hombres. Mantiene consigo a 2,000 y ordena a Jonatán, su hijo, que lleve a los otros 1,000 a Guibeá (v. 2). Luego, le da a Jonatán la orden de atacar (v. 3), declarando efectivamente la guerra.

    El problema aquí –el pecado de Saúl– es que el profeta Samuel le ha dado instrucciones claras de esperar (10:8). Israel debe ser diferente a las naciones vecinas. El rey de Israel responde ante una autoridad superior y recibe instrucción únicamente de Dios, a través de Su profeta.

    La impaciencia de Saúl resulta en una demostración de fuerza de los filisteos: 3,000 carros, 6,000 jinetes y “un ejército tan numeroso como la arena a la orilla del mar” (v. 5). El ejército de Saúl estaba aterrorizado. Muchos de ellos corrieron y se escondieron (v. 6).

    Desesperado, Saúl recuerda las instrucciones de Samuel. Espera siete días, esperando que Samuel llegue el día siete como lo prometió. Pero cuando Samuel no llega, Saúl vuelve a atacar, haciendo un sacrificio para salvar su propio pellejo (vv. 8–9).

    Tan pronto como completa la ofrenda, aparece Samuel y pregunta: “¿Qué has hecho?” (v. 11). Saúl ofrece sus excusas, pero el daño está hecho. Las consecuencias son de gran alcance. Este es el principio de su fin.

    Es fácil para nosotros excusar cierto pecado, llamarlo insignificante o incluso ignorarlo por completo. Señalamos a personas que consideramos peores. Nos engañamos pensando que “el fin justifica los medios”.

    Sin embargo, todo pecado no alcanza el estándar santo de Dios, y amamos a Dios al reconocer estos efectos.

    ¿Estás excusando o justificando algún pecado? ¿Cuáles son las consecuencias?

    Ora con nosotros

    Dios, gracias por la triste advertencia sobre las consecuencias del pecado en la lectura de hoy de 1 Samuel. Ayúdanos a evitar caer en una trampa similar a la que cayó el rey Saúl. ¡Ayúdanos a obedecerte en amor! Amén.

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  • Lee Proverbios 4:20–27

    He escuchado el consejo de “guarda tu corazón” aplicado a menudo al contexto de las parejas. Los padres, consejeros y amigos advierten a las personas que salen con alguien que se abstengan de acercarse demasiado o apegarse emocionalmente a una pareja, no sea que la relación resulte en rechazo y aflicción. “Protégete del dolor indebido” parece ser el subtexto del consejo.

    El versículo bíblico en el que encontramos esta frase de “guarda tu corazón” tiene un significado completamente diferente (v. 23 RVA). El pasaje de hoy encapsula la instrucción que se encuentra en Proverbios y resume la enseñanza del libro sobre una vida recta.

    Esta lección comienza con “Hijo mío” y exhortando al hijo “atiende a mis consejos” y “escucha atentamente” (v. 20). Hay tantas cosas que compiten por la atención, y una vida honorable comienza con la disciplina de entrenar el oído en la verdad.

    Cualquiera que sea la dirección que presten los oídos, los ojos y el corazón seguirán (vv. 21–22). Al hijo se le enseña a consumir la verdad de Dios de todas las formas posibles porque sólo ella da vida y salud a todo el ser.

    Esta sección llega a su clímax en el versículo 23: “Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón; Porque de él mana la vida” (RVA). El corazón es el núcleo del ser: mente, emoción y voluntad. Se advierte al hijo que proteja su corazón del mal, no la intimidad.

    Esto es de suma importancia porque el corazón es también la “fuente de vida”. Del corazón fluyen nuestras palabras (v. 24), enfoque (v. 25), acciones y decisiones (v. 26). Lo que permitimos que entre en nuestro corazón abrirá camino en nuestra comunicación, nuestras relaciones, nuestras prioridades, nuestros valores y nuestras elecciones.

    Por último, esta sección de las Escrituras resume el proceso de maduración, a medida que el hijo recibe la instrucción y la pone en práctica, dando pasos sabios por senderos firmes.

    ¿Cómo se hace evidente el contenido de tu corazón en tu hablar, prioridades y decisiones? ¿De qué manera debes guardar tu corazón del mal?

    Ora con nosotros

    ¿Cómo podremos amarte, Señor, con todo nuestro corazón si nuestro corazón está dividido? Enséñanos a guardar nuestro corazón en toda situación, para que de él fluya sólo el amor sincero hacia Ti y hacia el prójimo.

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  • Lee Salmos 143:1–12

    En 2 Samuel 15, Absalón, el propio hijo del rey David, lo obliga a huir de Jerusalén. Absalón ha ganado seguidores y está conspirando para quitarle el trono a su padre. Muchos comentaristas creen que David escribe el Salmo 143 a raíz de ese dolor.

    David comienza su oración clamando a Dios pidiendo atención y respuesta (v. 1). La base de su petición no es su propia posición como rey. Más bien, su confianza reside en el carácter mismo del Dios fiel y justo.

    Luego, David suplica por misericordia y le pide a Dios que se abstenga de juzgar. Él reconoce su propia caída y dice: “pues ante ti nadie puede alegar inocencia” (v. 2). Y expresa su dolor (vv. 3–4). Describe lo que ha sucedido y cómo se siente. El “enemigo” de David (quizá su propio hijo Absalón), ha herido a David en el alma. Está destrozado y vive “en las tinieblas”. Esto podría ser literalmente una cueva en la que se escondía, o podría usarse en sentido figurado de su dolor. Podrían ser ambas cosas. En respuesta, David se siente débil y deshecho, y lo expresa con mucha honestidad.

    En el versículo 5, David toma la decisión consciente de recordar y meditar en la obra de Dios en el pasado: su fidelidad a David personalmente y a Israel. Las tres declaraciones enfatizan la importancia de este enfoque mental intencional. Pensar en el cuidado de Dios desarrolla en David una sed de Su presencia (v. 6).

    Luego, David clama por la ayuda y compañía de Dios (vv. 7–9). Una y otra vez, David mezcla sus peticiones desesperadas con declaraciones de confianza. Y termina el salmo con una postura humilde y enseñable (vv. 10–12). Le pide a Dios que lo madure y le muestre cómo hacer Su voluntad.

    El Salmo 143 puede ser un modelo para procesar el dolor. ¿Qué parte podría ayudarte a ti o a alguien que amas hoy?

    Ora con nosotros

    Señor, cuando estamos en “las tinieblas” como David, Tú estás con nosotros. Cuando sufrimos, lo entiendes. Cuando nos sentimos destrozados por las pruebas, Tú nos levantas. Traes luz a la oscuridad. ¡Cuan grande Salvador!

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  • Lee Efesios 4:25–5:2

    A la ira a veces se la llama “emoción secundaria”. En otras palabras, podemos expresar enojo cuando principalmente (incluso inconscientemente) sentimos tristeza y miedo.

    Nuestras emociones juegan un papel importante en nuestras vidas. Nos motivan, nos conectan y añaden significado a nuestras experiencias. Pero las emociones pueden ser complicadas. Pueden subir y bajar como en una montaña rusa. Pueden obstaculizar nuestra comunicación y torcer nuestra perspectiva. El manejo correcto de nuestra vida emocional es una habilidad crucial que las Escrituras abordan, de manera directa e indirecta.

    Aprendemos de las maneras en que los personajes bíblicos expresan emociones tanto saludables como dañinas. Y en pasajes como Efesios 4, encontramos principios claros que informan nuestra navegación emocional.

    En el pasaje de hoy, el apóstol Pablo conecta y separa emoción y acción. Si bien las emociones a menudo conducen a la acción, Pablo instruye a los cristianos de Éfeso a procesar su emoción de ira sin actuar en pecado (v. 26). Sentiremos la ira, pero los creyentes tenemos la ayuda del Espíritu para no aferrarnos a ella, no sea que demos “cabida al diablo” (v. 27). La ira a menudo conduce a otros pecados. Pero cuando se procesa adecuadamente, la ira no se convierte en “amargura” o “enojo” (v. 31). No resultará en acciones de “gritos”, “calumnia” o “malicia” (v. 31).

    Pablo también anima a la iglesia de Éfeso a que se comuniquen unos a otros con verdad (v. 25) y edificación (v. 29). Sus relaciones debían caracterizarse por la bondad, la compasión y el perdón, que surgen de haber sido perdonados por Cristo (32). Éstas son acciones que podrían tomar o hacer independientemente de sus emociones.

    Finalmente, la enseñanza de Pablo alcanza un clímax con el mandamiento: “imiten a Dios” (5:1). Seamos como Él. Modela tu vida según Su carácter.

    La motivación para esta imitación no es el miedo, sino el amor, que es a la vez emocional y activo. Pablo llama afectuosamente a sus lectores “hijos muy amados” y da como evidencia la acción amorosa suprema de Jesús sacrificándose por nosotros.

    ¿Cuándo te llevan tus emociones a la acción?

    Ora con nosotros

    Jesús, por Tu Espíritu Santo, no permitas que nuestras emociones fuera de control influyan en nuestra relación contigo y con los demás. Ayúdanos a mantener nuestra ira bajo control y no actuar en consecuencia. Que nuestras emociones reflejen nuestro amor por Ti.

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  • Lee Éxodo 3:1—4:31

    Hace algunos años, unos investigadores preguntaron a cincuenta personas mayores de noventa y cinco años qué harían diferente si pudieran retroceder en el tiempo. Las tres respuestas principales fueron las siguientes: reflexionar más, invertir en proyectos más duraderos y tomar más riesgos.

    Las Escrituras no recomiendan tomar riesgos por el simple hecho de correr riesgos, ni lanzarse de cabeza a un comportamiento temeroso sólo por la emoción. Pero una y otra vez vemos al pueblo de Dios siguiendo Su dirección con valentía hacia lo desconocido.

    Tomemos a Moisés, por ejemplo.

    Está cuidando el rebaño de su suegro, Jetro, cuando el ángel del Señor se le aparece en una zarza encendida (3:2). Cuando Moisés va a investigar, Dios mismo llama su nombre (3:4). Luego, Dios le ordena a Moisés que se quite las sandalias. Este es un encuentro santo con el Dios Todopoderoso (3:5–6), y Moisés responde con miedo comprensible.

    Dios va directo al grano y extiende Su llamado a Moisés: “Voy a enviarte al faraón para que saques de Egipto a los israelitas, que son mi pueblo” (3:10).

    Cuando Moisés duda de sus propias cualificaciones (3:11), su recibimiento (3:13) y su capacidad (4:10), Dios responde pacientemente prometiendo Su presencia (3:12). Dios le recuerda a Moisés su identidad (3:14). Y Dios le da a Moisés instrucciones claras sobre cómo hablar y trabajar en Su poder (3:15—4:9). Este es Su proyecto de liberación, no el de Moisés.

    Al final, Moisés obedece. Con la bendición de Jetro, él y su familia regresan a Egipto, donde se había criado Moisés. Aarón se une a ellos en el camino (4:27). Cuando llegan juntos a Egipto, inmediatamente reúnen a todos los líderes israelitas y Aarón comparte con ellos todo lo que el Señor ha dicho (4:30). Moisés realiza las señales que prueban el poder de Dios. Los israelitas creen y adoran (4:31).

    Moisés es un líder renuente. En parte, sus dudas sobre sí mismo lo mantienen humilde y dependiente. Pero casi lo paralizan. La valentía no es ausencia de miedo; es elegir obedecer a pesar de ello. Y es confiar únicamente en el poder de Dios para abrir el camino.

    ¿De qué manera has obedecido al Señor con valentía? ¿Te está llamando a dar un paso de fe ahora mismo?

    Ora con nosotros

    La historia de Moisés en la lectura de hoy es un maravilloso ejemplo de obediencia. Como él, podemos luchar contra inseguridades y dudas. Pero al igual que Moisés, nosotros también contamos con Tu presencia y guía. ¡Te amamos, Señor, y alabamos Tu nombre!

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  • Lee Hechos 20:13–38

    Un viernes por la tarde, poco después de que mi esposo y yo nos casáramos, conduje a casa desde el trabajo, anticipando nuestro fin de semana. Mientras manejaba sentí mi frustración. Tenía ciertas expectativas que sabía no se cumplirían. Sin embargo, en ese momento, el Espíritu me impulsó a “ajustar mis expectativas”, a dejar de lado mi propia lista de tareas pendientes y convertir mi objetivo singular en amar bien.

    Las expectativas son una parte natural de la vida. Desarrollamos expectativas para nuestro día a día y nuestro largo plazo. Pero la frustración surge cuando la realidad no alcanza la expectativa.

    Hechos 20 registra la historia de Pablo y sus compañeros, reuniéndose con los ancianos de Éfeso por última vez. Después de un largo viaje desde Troas, por barco y a pie (vv. 13–16), Pablo llegó a Mileto. No fue a Éfeso, tal vez para ahorrar tiempo o garantizar su propia seguridad. Mandó a llamar a los ancianos de la iglesia de Éfeso y les habla con sinceridad.

    Pablo comienza recordándoles su propio testimonio entre ellos como sirvió “al Señor con toda humildad” en Su presencia (v. 19). Predicó el evangelio con valentía, a pesar de que enfrentó duras pruebas por parte de los judíos. Predicó, enseñó y llamó a todos (judíos y griegos) al arrepentimiento y a la fe (v. 21).

    Pablo también les hizo saber a los ancianos de Éfeso que ahora se dirigía a Jerusalén, sin saber lo que allí le sucedería (v. 22). Esperaba “prisión y sufrimiento” porque el Espíritu Santo le había advertido de ello (v. 23). Sin embargo, a pesar de esta realidad, su objetivo singular era predicar el evangelio de la gracia (v. 24).

    Por último, Pablo los llamó a ajustar sus expectativas. Ellos también enfrentarían dificultades (vv. 29–30), por lo que Pablo los llamó a permanecer en guardia y tener cuidado sobre la iglesia, sabiendo que su recompensa sería eterna (v. 28).

    ¿Cuándo no se han alineado tus expectativas con la realidad? ¿Cómo cambia nuestro enfoque si esperamos dificultades y hacemos de la obediencia y el amor nuestra meta?

    Ora con nosotros

    ¡Padre, te alabamos! Te damos gracias porque podemos depender de Ti en todo y confiarte nuestras vidas. Nuestra oración hoy es que ajustemos efectivamente nuestras expectativas a Tu voluntad.

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  • Lee Mateo 6:25–34

    Durante el Holocausto, Corrie ten Boom y su familia ayudaron a muchos judíos a escapar de los nazis, poniendo sus propias vidas en peligro. Por supuesto, esta habría sido una situación de mucha ansiedad. Más tarde escribió: “Preocuparse es llevar la carga de mañana con la fuerza de hoy: llevar dos días a la vez. Es moverse hacia mañana antes de tiempo. Preocuparse no vacía el mañana de su tristeza. Vacía el hoy de su fuerza”.

    En el pasaje de hoy, Jesús instruye a Sus seguidores: “No se preocupen por su vida” (v. 24). Luego enumera las preocupaciones humanas comunes: comida, agua, vestido. Las personas reunidas para escuchar Sus enseñanzas están familiarizadas con el trabajo y las preocupaciones. La mayoría de ellos pasan sus días atendiendo necesidades físicas básicas.

    Para respaldar Su directiva, Jesús da dos ejemplos del gran cuidado de Dios. El primero ejemplo es de las “aves del cielo” (v. 26). Jesús explica que estas aves no trabajan como los seres humanos sembrando, cosechando y almacenando grano. En cambio, obedecen lo que Dios los creó a hacer: encontrar comida y construir nidos. Sin embargo, es Dios quien realmente provee para ellos.

    Jesús sigue con una pregunta retórica: “¿No valen ustedes mucho más que ellas?” La respuesta implícita, por supuesto, es “sí”. El principio aquí es que Dios también proporciona alimento a Sus hijos.

    El segundo ejemplo de Jesús son los “lirios del campo” (v. 28). No sirven para nada, pero son extravagantemente hermosos, incluso más hermosos que Salomón, el rey más rico. Estas flores decoran la efímera hierba seca, que se quema como combustible (v. 30). Jesús les dice a Sus seguidores que Dios los vestirá con mayor cuidado.

    La instrucción de Jesús culmina en un mandato más amplio de buscar “primeramente el reino de Dios y su justicia” (v. 33). La palabra buscar aquí no significa “ir a indagar”. Más bien significa “perseguir”.

    Cuando perseguimos a Dios con todo nuestro ser, Él promete proveer y no debemos preocuparnos.

    ¿Qué preocupación tienes? ¿Cómo se convierte tu preocupación en ansiedad o inapropiada? La preocupación se vuelve inapropiada cuando está mal dirigida, desproporcionada o alimenta una emoción debilitante.

    Ora con nosotros

    “No se preocupen” (Mateo 6:25). Es más fácil decirlo que hacerlo. Señor Jesús, anímanos, muéstranos que es posible, enséñanos a buscarte primero a Ti y a Tu justicia y a traerte todas nuestras preocupaciones.

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  • Lee Salmos 40:1–17

    Cuando mi esposo y yo iniciamos el proceso de adopción en China en 2005, nos dijeron que llevaría dieciocho meses. Sin embargo, por la burocracia tuvimos que esperar seis largos años. A veces tuve paciencia. Pero en otras ocasiones sentí frustración, incluso enojo, por el retraso. A nadie le gusta estar en la sala de espera. Pero esperar es parte de la experiencia humana, y el tiempo de Dios muchas veces no es el nuestro. ¿Cómo amamos a Dios mientras esperamos?

    En el Salmo 40, David dice: “al Señor esperé pacientemente” (v. 1 LBLA). Hay una riqueza en el hebreo que no se refleja en la frase en nuestro idioma. El idioma original está lleno de esperanza y confianza. El “esperaré pacientemente” no es sólo esperar el tiempo. Es un enfoque anticipatorio en el bien que Dios traerá.

    En los versículos 2 y 3, David describe la liberación del Señor. Lo levantó del lodo y colocó sus pies en un lugar firme. Pasó de estar desesperado e indefenso a estar seguro y protegido. Dios puso un cántico nuevo en la boca de David. En el versículo 4, David revela el secreto: seguridad y confianza inquebrantable en que el Señor está trabajando para nuestro bien y Su gloria.

    Luego continúa el extenso testimonio de alabanza de David (vv. 5–10), hablando directamente al Señor (“tú”), pero para beneficio de todos los que quisieran escucharlo. Declara su deseo de hacer la voluntad de Dios (v. 7) y proclama la justicia y fidelidad del Señor (vv. 9–10). David podía confiar porque el carácter de Dios es seguro.

    Pero incluso con esta seguridad, David vuelve a pedir ayuda a Dios para que abunden la misericordia, el amor y la verdad (vv. 11–17). Es una súplica personal por la liberación de las consecuencias del pecado. Y termina con un llamamiento a la prisa. “¡no te demores, Dios mío!”.

    ¿Estás en un tiempo de espera ahora mismo? ¿Cómo puedes honrar y amar a Dios durante esta etapa?

    Ora con nosotros

    ¿Podemos amarte con todo nuestro ser incluso en tiempos de incertidumbre, duda y ansiedad? Dios Todopoderoso, concédenos paciencia, confianza y amor profundo por Ti en los momentos de espera de nuestras vidas.

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  • Lee Mateo 11:25–30

    En 2016, la Fundación Wellcome llevó a cabo la “Prueba de Descanso” más grande del mundo. Encuestaron a 18,000 participantes de 135 países y les preguntaron qué actividades les parecían relajantes. Las cinco respuestas principales fueron leer, pasar tiempo en la naturaleza, pasar tiempo solo, escuchar música y no hacer nada en particular.

    Lo que quizás no nos demos cuenta es que podemos honrar a Dios a través del descanso. En Génesis 2:2, Dios descansó el séptimo día después de crear el mundo. En Éxodo 16:23–30, Dios introdujo el día de Descanso a Israel por medio de Moisés y explicó Sus expectativas y provisiones. Este día fue una oportunidad para que el pueblo de Dios descansara y confiara. En Éxodo 20:8–11, Dios incluyó el recordatorio del día de descanso en Sus diez mandamientos, como un día santo durante el cual el pueblo de Dios debe abstenerse de trabajar.

    En Marcos 6:31, Jesús expresó Su propia necesidad de descansar. En Su fragilidad humana, Él se cansó física, relacional y espiritualmente. Invitó a Sus discípulos más cercanos a unirse a Él en un breve retiro en un barco. Sin embargo, Su descanso duró poco. La multitud estaba esperando cuando el barco llegó.

    Mateo 11 nos brinda una oración íntima de Jesús y una invitación al descanso. Jesús alaba a Su Padre, “Señor del cielo y de la tierra”, por la manera en que reveló Su salvación (v. 25). El evangelio estaba empezando a dividir a los que creían de los que no. Los que eran sabios ante sus propios ojos no entendieron lo que Jesús estaba enseñando. Lo rechazaron por su orgullo y autosuficiencia. En contraste, aquellos que se humillaron como niños reconocieron su necesidad y acudieron a Él con humildad y dependencia. Estaban dispuestos a escuchar y aprender.

    Al ver su vulnerabilidad, Jesús invita a los cansados a descansar. En el versículo 29, Jesús dice: “Carguen con mi yugo y aprendan de mí”. En nuestra relación con Jesús, “encontraremos descanso” (v. 29). El descanso que Jesús proporciona es profundo.

    ¿Por qué Dios consideró importante el descanso? ¿Cómo podemos practicar el descanso como lo explica Jesús en Mateo 11?

    Ora con nosotros

    En un mundo centrado en logros y resultados, qué liberador es escuchar Tus palabras, Jesús: “Yo te haré descansar”. Gracias Señor por darnos verdadero descanso y libertad de nuestro esfuerzo.

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  • Lee Proverbios 13:12–19

    En su libro El poder de los hábitos, Charles Duhigg define los hábitos como acciones que realizamos (todo el día, todos los días) con poco o ningún pensamiento consciente. Vemos nuestro teléfono tan pronto como lo escuchamos sonar. Preparamos esa taza de café de la tarde cuando nuestros párpados empiezan a caer. Salimos a caminar en cuanto llegamos del trabajo. Por supuesto, los hábitos pueden ser saludables o perjudiciales.

    La buena noticia es que los malos hábitos se pueden romper, especialmente con el poder del Espíritu Santo. El libro de Proverbios es una excelente fuente de apoyo mientras buscamos identificar y evaluar nuestro propio comportamiento habitual. Como una serie de declaraciones individuales de sabiduría, Proverbios habla verdades en situaciones de la vida cotidiana.

    El pasaje de hoy comienza y termina destacando el papel del anhelo en la motivación humana. El versículo 12 dice: “La esperanza que se demora aflige al corazón; el deseo cumplido es un árbol de vida”. Tomamos decisiones porque queremos cosas. Si queremos adelgazar tenemos en mente un número en la báscula o una imagen saludable. Ese objetivo cambia los comportamientos negativos. Deseamos un resultado determinado, ya sea que seamos conscientes de ello o no, por lo que tomamos decisiones que nos llevarán hacia esa meta.

    Los versículos en la mitad representan la diferencia entre decisiones sabias y decisiones necias. Siguen el patrón de proverbios común de paralelismo hebreo: la segunda declaración de cada proverbio proporciona un contraste con la primera. Aquí se argumenta repetidamente que la persona sabia valorará la buena enseñanza e instrucción. Pero esto no es sólo conocimiento por el hecho de conocer. Este es el conocimiento que produce acción y se convierte en disciplina (v. 18). Cada pequeña elección, ya sea sabia o necia, nos lleva más hacia una meta.

    Si nuestra meta es amar a Dios bien, ¿cómo influye eso en nuestras decisiones diarias? ¿Qué hábitos tienes? ¿Necesitas aplicar sabiduría para cambiar alguno?

    Ora con nosotros

    Dios, gracias por la riqueza y sabiduría que nos ha dado Tu libro de Proverbios. Empapados de Tu Palabra, podemos amarte con comprensión y “actuar con cordura” (Proverbios 13:16). ¡Nuestros corazones rebosan de gratitud!

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  • Lee 1 Timoteo 4:6–16

    ¿Alguna vez has participado en una dieta en la que tenías que registrar todo lo que comías? Es revelador hacer un seguimiento de todas las calorías que consumes y te sorprenderá lo rápido que superas tu límite diario. De repente, el número en la báscula tiene más sentido.

    A menudo me he preguntado qué descubriríamos si registráramos con lo que a nuestra alma alimentamos. Mientras vemos Netflix, navegamos por las redes sociales, escuchamos música, conversamos y navegamos por la web, ¿qué ideas asimilamos? ¿Qué mensajes están llenando nuestras mentes?

    En 1 Timoteo 4, el apóstol Pablo invita a su joven colega a alimentar bien su alma. Pablo fue una figura paterna para Timoteo (1 Timoteo 1:2). Los dos también fueron colaboradores en el segundo viaje misionero de Pablo (Hechos 16:1–5). Y después de eso, Pablo envió a Timoteo en sus propias misiones (1 Corintios 4:17).

    Cuando Pablo escribió esta carta, Timoteo actuaba como su embajador en Éfeso. Pablo encargó a Timoteo que abordara ciertos problemas doctrinales que amenazaban a ese grupo de creyentes. En 1 Timoteo 4:1–5, Pablo advirtió a Timoteo sobre los “embusteros hipócritas” que estaban difundiendo enseñanzas falsas. Le recordó a Timoteo la “buena enseñanza” que había recibido (v. 6). La formación de Timoteo había comenzado en casa, donde su madre y su abuela lo educaron en la “fe sincera” (2 Timoteo 1:5; 3:14–15). También había experimentado el discipulado de la iglesia (Hechos 16:2). Y, por supuesto, Pablo fue su mentor.

    Pero en los versículos 11 al 16, a través de una serie de imperativos, Pablo anima a Timoteo a tomar posesión de su continuo alimento espiritual. Timoteo debía enseñar la verdad, dedicarse a las Escrituras, usar su don de predicación y guardar su doctrina. La doctrina y la acción están conectadas. Vivimos correctamente cuando conocemos correctamente. Lo que alimentamos a nuestro corazón y nuestra mente se manifiesta en nuestra manera de vivir.

    ¿Con qué alimentas tu cuerpo, mente y alma? ¿Qué deberías agregar a tu dieta? ¿Qué deberías eliminar?

    Ora con nosotros

    Tu maravilloso y eterno amor nos nutre. La verdad de Tu Palabra nos protege de enseñanzas y deseos incorrectos. Que prestemos atención y sigamos las instrucciones de Pablo a Timoteo sobre el alimento espiritual adecuado.

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  • Lee Salmos 1:1–6

    Los amigos tienen una poderosa influencia sobre nosotros. Los buenos amigos ayudan a reducir nuestro estrés y procesar nuestro dolor. Nos alegramos y lloramos juntos. Aumentan nuestra felicidad, alientan nuestras buenas decisiones y nuestro autocontrol. Por supuesto, los amigos equivocados pueden tener el efecto contrario. Nos destruyen, nos tientan a pecar o incluso nos abandonan en nuestro momento de necesidad.

    El Salmo 1 advierte contra los amigos equivocados. Dios bendice a aquellos que no siguen el “consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores” (v. 1). Esta no es una bendición material, sino el gozo que sólo proviene de una relación constante con Dios.

    La progresión de caminar, pararse y sentarse que se utiliza aquí nos ayuda a comprender lo que es involucrarse cada vez más con personas inmorales. El sujeto imprudente pasa de estar conectado casualmente con los malvados a tener comunión con aquellos que han elegido un estilo de vida endurecido por el pecado.

    En el versículo 2, el salmista presenta el cuadro opuesto. La persona bienaventurada “en la Ley del SEÑOR se deleita”. Lo desea, lo persigue y medita en ello continuamente. Llena su mente y su corazón con la Palabra de Dios. Es su hábito, y el gozo es la aplicación. Tal meditación produce una vida fructífera y profundamente arraigada, descrita como “árbol plantado a la orilla de un río”, que mantiene su prosperidad en todo tipo de estaciones (v. 3).

    Hay un gran contraste entre la vida abundante de los justos y la existencia temporal e inútil de los malvados. Uno es un árbol que prospera y perdura, el otro se lo lleva el viento (v. 4). El Señor conoce y cuida de los justos. En respuesta, demostramos nuestro amor por Él meditando en Su ley y tiene cuidado con quien busca amistad.

    ¿Has experimentado amistades que te edificaron en Cristo o te hicieron pecar? ¿Qué advertencias nos da el salmista en cuanto a elegir amigos cercanos?

    Ora con nosotros

    Señor, qué consuelo es saber que Tú nos llamas amigos. Quienes te conocen pueden contar con Tu amor y amistad, y esto nos ayuda a alcanzar mejor los corazones de quienes aún no te conocen.

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  • Lee Romanos 12:9–21

    ¿Cómo se distingue entre el amor verdadero y el falso? Una búsqueda rápida en internet nos da muchos consejos. El amor puede ser falso si eres el único que inicia la comunicación. O si nunca puedes confiar en la otra persona. Tal vez no te reconozca en público o se resista a hacer planes contigo. Expresa amor con palabras pero no logran llevar a cabo acciones.

    Este mes, veremos cómo podemos obedecer el mandamiento más importante de amar a Dios con nuestro corazón, alma, mente y fuerzas. El segundo gran mandamiento: “ama a tu prójimo como a ti mismo” va de la mano del primero (Mateo 22:37). Romanos 12:9–21 se centra en nuestro amor por las personas. La forma en que amamos a los demás es un testimonio de cómo amamos a Dios. Cuando amamos bien a Dios, nos convertimos en un conducto para que Su amor se derrame sobre otras personas.

    Este pasaje puede parecer una serie interesante pero aleatoria de directivas, reunidas bajo el título “el amor debe ser sincero” (v. 9). Casi sirve como una declaración de tesis. “Sincero” significa genuino y sin pretensiones. El amor sincero no es para lucirse y no es egoísta. Pablo continúa dando varias demostraciones concretas.

    Los versículos 9–13, llaman al creyente sincero a una norma moral elevada (v. 9b), una devoción desinteresada (v. 10), una fe celosa y tenaz (vv. 11–12) y una postura desprendida de generosidad y hospitalidad. (v. 13). Estos actos de amor construyen la unidad (vv. 4–5).

    En el versículo 14, el enfoque cambia a cómo los creyentes deben responder a los incrédulos que los persiguen. “Bendigan” significa que le pedimos a Dios que nos conceda Su bondad. “Maldigan”, por supuesto, es lo contrario. Pablo llama a sus lectores a una armonía humilde (v. 16), ¡incluso con sus enemigos! Debemos resistir la venganza y las represalias (vv. 17–19). La paz debe reinar (v. 18). Pablo nos desafía a “vence[r] el mal con el bien” (v. 21).

    ¿Cómo se relaciona el amor a nuestro prójimo con nuestro amor por Dios? ¿Cómo es este tipo de amor?

    Ora con nosotros

    Señor, nos maravillamos de Tu excelente enseñanza sobre el amor en la lectura de hoy. Inculca en nosotros el deseo de ser alegres en la esperanza, pacientes en el sufrimiento y perseverantes en la oración. (Romanos 12:12).

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  • Lee Romanos 12:3–8

    El orgullo es un pecado peligroso y destructivo. Puede distorsionar nuestra visión del mundo y nuestro lugar en él. Si no se controla, puede causar un ego inflado, falta de empatía, menosprecio de los demás, una sensibilidad extrema a la crítica y, en última instancia, relaciones rotas.

    En Romanos 12, Pablo continúa su instrucción práctica sobre cómo vivir nuestro llamado. Primero les recuerda a los cristianos romanos la “gracia” de Dios hacia él (v. 3): su posición apostólica y su autoridad provenían de Dios, no eran ganadas ni merecidas (Efesios 3:7–8). Mientras los llama a una “renovación de su mente” (de Romanos 12:1–2), señala cómo los creyentes deben vivir en comunidad.

    Una comunidad llena de gracia surge cuando cada uno de nosotros permanece humilde. “digo a todos ustedes: Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación” (v. 3). Con la ayuda de Dios y por Su gracia, podemos entender de manera objetiva y realista como Él desea que seamos. Estamos libres del orgullo y del autodesprecio, del egocentrismo y de la timidez. “Según la medida de la fe”, nos vemos a nosotros mismos a través de los ojos de Dios (v. 3).

    Cuando nos miramos detenidamente a nosotros mismos, somos libres para servir a los demás con los dones que Dios nos ha dado. En los versículos 4 al 8, Pablo usa la imagen del cuerpo para describir la unidad y la diversidad que trabajan juntas para el bien de todos. Cada uno de nosotros tiene una función única y un don particular, pero formamos un “cuerpo” y “cada miembro está unido a los demás” (v. 5). Juntos, tenemos una confianza, conexión y compromiso colectivo unos con otros.

    Amar a Dios con toda nuestra mente significa mantener una visión bíblica, humilde y sobria de nosotros mismos. Amar al prójimo significa también compartir lo que Dios nos ha dado para el bien del cuerpo.

    Tómate un tiempo para evaluar tu propia visión de ti mismo. ¿Se alinea con la perspectiva de Dios? ¿De qué manera estás usando tus dones para contribuir al cuerpo?

    Ora con nosotros

    Padre amoroso, gracias por la iglesia, el cuerpo de creyentes. Nos has dado habilidades y talentos para servir a otros en el cuerpo de Cristo. Estamos agradecidos de que a través de este servicio podamos conocerte y amarte mejor.

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  • Lee Romanos 12:1–2

    El pasado agosto nuestra familia pasó una semana en uno de mis lugares favoritos. Durante tres días nos quedamos en la orilla norte de un precioso lago. Sin servicio de teléfono celular o internet. Nada de televisión. Sólo deliciosas comidas familiares en el gran y colorido comedor. Juegos de mesa por la noche en el acogedor atrio. Y tiempos de oración temprano en la mañana en la playa rocosa. Fue exactamente la renovación que necesitaba. Se sintió como un reinicio para mi alma y mi mente.

    En Romanos 12, Pablo nos dice cómo podemos renovar y refrescar nuestra mente. Comienza con esa maravillosa palabra de transición “por lo tanto”. Aquí, Pablo señala una clara causa y efecto. Pasa de la enseñanza abiertamente doctrinal para volverse muy práctico acerca de los resultados de nuestra teología. Pablo “ruega” (suplica fervientemente) a los cristianos romanos a vivir basándose en lo que Dios, en Su gran misericordia, había hecho por ellos.

    Pablo comienza dirigiéndose al cuerpo. Nos llama a ofrecernos a nosotros mismos como “sacrificio vivo, santo y agradable a Dios” (v. 1). Los cristianos del primer siglo habrían estado íntimamente familiarizados con el acto solemne del sacrificio, por lo que habría sido una poderosa analogía. Sin embargo, este sacrificio es “vivo”, vital, dinámico y continuo. Es un acto de adoración santo, dedicado y puro.

    También aborda la renovación de nuestra mente. Podemos vivir con pureza cuando pensamos correctamente primero. Pablo insta a los creyentes a someter continuamente sus pensamientos e intelecto a la obra renovadora del Espíritu (v. 2). Cada pensamiento debe ser llevado cautivo a Dios.

    Al hacer esto, el Espíritu nos proporcionará el don del discernimiento. Dios quiere guiar a Sus hijos por caminos de justicia (Salmo 23:3). Cuando renovamos nuestra mente, podemos determinar más fácilmente Su voluntad “buena, agradable y perfecta” (v. 2).

    ¿De qué manera puedes ofrecer tu cuerpo como sacrificio vivo y santo a Dios? ¿De qué manera puedes invitar al Espíritu Santo a renovar tus pensamientos?

    Ora con nosotros

    Cuánto necesitamos nuestras mentes renovadas y nuestro pensamiento transformado (Romanos 12:2). Espíritu Santo, ayúdanos a entender cómo vivir una vida renovada, “santa y agradable a Dios”. (Romanos 12:1).

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